Tribuna:

¿Quien debe dar la cara?

"A pesar de que ejemplos como el actual Gobierno justificarían una posición favorable a que cualquier procedimiento fuera bueno para derribarlo (risas)... me parece que sería irresponsable el no reconocer que el régimen parlamentario racionalizado aconseja el voto de censura constructivo".Creo que es oportuno recordar estas palabras de Manuel Fraga en la sesión del 6 de junio de las Cortes Constituyentes, así como también el hecho de que la moción de censura constructiva fue impuesta por los votos de UCD y AP frente a la pretensión del PSOE (enmienda 420) de que fuera potestativa y la pretensi...

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"A pesar de que ejemplos como el actual Gobierno justificarían una posición favorable a que cualquier procedimiento fuera bueno para derribarlo (risas)... me parece que sería irresponsable el no reconocer que el régimen parlamentario racionalizado aconseja el voto de censura constructivo".Creo que es oportuno recordar estas palabras de Manuel Fraga en la sesión del 6 de junio de las Cortes Constituyentes, así como también el hecho de que la moción de censura constructiva fue impuesta por los votos de UCD y AP frente a la pretensión del PSOE (enmienda 420) de que fuera potestativa y la pretensión del PCE (enmienda 697) de que no fuera constructiva en ningún caso.

El constituyente optó por dificultar la presentación de la moción de censura (35 diputados) y optó por garantizar la estabilidad del Gobierno, al exigir que la moción de censura fuera constructiva y tuviera que ser aprobada por mayoría absoluta. Nadie y menos que nadie un partido de centro-derecha puede quejarse de qué la regulación constitucional dificulta la presentación de una moción de censura.

Ahora bien, independientemente de cómo esté regulada y de las posibilidades que tenga o no de prosperar, la moción de censura permite en tiempos de incertidumbre y confusión cumplir dos objetivos políticos de primera importancia:

1. Dar seguridad al país de que si el Gobierno ha perdido el control de la situación y el rumbo, hay una alternativa que sí sabe hacia dónde hay que dirigirlo y cómo hay que hacerlo.

2. Obligar a todos los partidos políticos a definir públicamente en el Parlamento cuál es su posición respecto a la gobernación del país.

Esto es lo que el líder del primer partido de la oposición puede hacer. Dar seguridad y obligar a definirse a todo el mundo

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Por eso no es aceptable la acusación de José María Aznar el lunes pasado a los nacionalistas catalanes y vascos de que estaban dando "apoyo secreto y vergonzante" al Gobierno de la nación y que lo que tenían que hacer es "dar la cara" y explicar de manera expresa en el Congreso de los Diputados el cómo y el por qué de ese apoyo.

Esa es una acusación que la pueden formular todos los partidos menos el PP y todos los líderes políticos menos José María Aznar. Y la pueden formular todos porque ninguno dispone del instrumento que le permita obligar a los nacionalistas catalanes y vascos a definirse en el Congreso sobre su apoyo al Gobierno.

Pero el PP no puede hacerlo. El PP y José María Aznar sí disponen del instrumento con que forzar a los nacionalistas a dar la cara, aunque no quieran darla.

Lo que ocurre es que para obligar a los demás a dar la cara, José María Aznar también tiene que darla. Su actitud es la de "tirar la piedra y esconder la mano", la de exigir que sean los demás los que se expliquen en el Parlamento y digan qué hacen y por qué lo hacen, pero negarse él mismo a dar explicaciones.

Cuando se es líder de la oposición y se tienen 141 escaños, esa conducta es inaceptable. Aznar no puede exigir a los demás lo que no está dispuesto a exigirse a sí mismo. Él tiene en sus manos el instrumento para forzar el debate parlamentario que considera que el país necesita. Es un privilegio del que dispone en exclusiva. Para eso tiene que dejar de escurrir el bulto y empezar a dar la cara.

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