Tribuna

La imaginación al banquillo

Clave, No siempre ocurre y a veces se inventa para simplificar un comentario, pero en este partido hubo un momento decisivo: la expulsión del portero italiano. Arrigo Sacchi tuvo que elegir y prefirió el sistema a la imaginación, sentó a Roberto Baggio. Dejó en el campo a Berti, Dino Baggio y Albertini juntos y convirtió el partido en un hecho previsible.Con el balón. Italia tuvo 15 o 20 minutos buenos, con toques claros y profundos. Aparecía Baggio y los noruegos perdían la compostura. En dos o tres situaciones propicias a Casiraghi le faltó lo poquito que separa al buen jugador...

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Clave, No siempre ocurre y a veces se inventa para simplificar un comentario, pero en este partido hubo un momento decisivo: la expulsión del portero italiano. Arrigo Sacchi tuvo que elegir y prefirió el sistema a la imaginación, sentó a Roberto Baggio. Dejó en el campo a Berti, Dino Baggio y Albertini juntos y convirtió el partido en un hecho previsible.Con el balón. Italia tuvo 15 o 20 minutos buenos, con toques claros y profundos. Aparecía Baggio y los noruegos perdían la compostura. En dos o tres situaciones propicias a Casiraghi le faltó lo poquito que separa al buen jugador del crack para convertir. Cuando se fue Roberto Baggio ya no había criterio y a Italia lo atrapó el aburrimiento de la rutina conservadora. Le quedaba solamente la esperanza de Signori. Noruega volvió a jugar al fútbol con conceptos de baloncesto: pelotazos para aprovechar la altura de los delanteros, concentración en los tiros libres y energía para ganar los rebotes rivales.

Sin el balón. Presión, achique y fuera de juego en Italia. Aquí el cambio de Benarrivo por Tassotti provocó el error en la expulsión del portero. Se achica cuando se manejan mensajes muchas veces ensayados. Benarrivo habilitó cinco metros en esa jugada e Italia perdió a un jugador. Noruega, por su parte, lo basa casi todo en defensa en el tremendo combate de su primera línea. Los contrarios le llegan tocados a la última línea que es sobria e inteligente para manejar el fuera de juego. Además, sin la improvisación de Baggio los defensores noruegos sólo tuvieron que luchar contra lo previsto y en esa situación se sintieron cómodos.

Signori. Cuando el equipo italiano acusaba el mayor desánimo, fue el único jugador que mantuvo la bandera de la esperanza.

Baggio. ¿Por qué será que aquellos jugadores disciplinados y correosos, dan mayor tranquilidad que la promesa de creatividad e imaginación de los talentosos?

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