El ministro ubicuo

Luis Atienza, titular de Agricultura, no ha parado en su despacho desde que fue nombrado el 6 de mayo

Una de las primeras medidas adoptadas por Luis Atienza, nada más desembarcar el 6 de mayo en el Ministerio de Agricultura, fue reducir el montaje de comunicación e imagen que se había organizado su precedesor en el puesto, Vicente Albero. Pero, a juzgar por su incesante actividad, no se ha notado. En un mes, Luis Atienza ha concedido más de 40 entrevistas (no ha parado de hablar y se le escucha y lee en todas partes); se ha entrevistado con una treintena de organizaciones profesionales y sindicales del mundo agrario, alimentario y pesquero; ha participado en una docena de presentaciones y cong...

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Una de las primeras medidas adoptadas por Luis Atienza, nada más desembarcar el 6 de mayo en el Ministerio de Agricultura, fue reducir el montaje de comunicación e imagen que se había organizado su precedesor en el puesto, Vicente Albero. Pero, a juzgar por su incesante actividad, no se ha notado. En un mes, Luis Atienza ha concedido más de 40 entrevistas (no ha parado de hablar y se le escucha y lee en todas partes); se ha entrevistado con una treintena de organizaciones profesionales y sindicales del mundo agrario, alimentario y pesquero; ha participado en una docena de presentaciones y congresos relacionados con el sector; ha recorrido en coche más de 10.000 kilómetros para visitar 15 provincias de siete comunidades autónomas; se ha entrevistado con una docena de consejeros de Agricultura autonómicos y con cuatro ministros de Agricultura de la Unión Europea; ha participado en tres Consejos en Bruselas y acudió al Parlamento nacional para hablar de GATT, vino, acuerdos con Marruecos, programas y sequía. Y, por si fuera poco, hasta se llevó a su hija de 10 meses colgada a la espalda a una marcha agrícola en Cáceres. Una frenética trayectoria que las organizaciones sindicales agrarias no identifican con la eficacia.Algunos colaboradores llegaron a creer que esta actividad viajera correspondía solamente a la campaña electoral para el Parlamento Europeo. Pero se encontraron que, el lunes siguiente a las elecciones, el ministro seguía erre que erre y todo parece indicar que seguirá igual en el futuro. Ahora andan de cabeza, sin tiempo para ponerse sobre la mesa. El ministro apenas ha pasado alguna jornada completa en la sede del departamento. Los chóferes de Agricultura no se esperaban este frenético ir y venir. Alguno de los más veteranos echan de menos la sedentaria figura de Carlos Romero, bastante reacio a viajar. Atienza también desborda en todos los sentidos a Albero, que hacía la mayor parte de sus traslados por la Comunidad Valenciana, de la que es nativo, y al propio Pedro Solbes, uno de sus mentores.

¿Quién es este ministro de Agricultura que viaja, al que se lee y escucha por todas partes? ¿Sirve para algo todo este movimiento o es sólo una operación de imagen? La verdad es que Luis Atienza, de 36 años, está dejando mal no sólo a sus antecesores, sino también a sus compañeros de gabinete. Pero lo trascendente realmente no es viajar, entrevistarse o hablar. Lo importante es hacer y eso es lo que contará al final y lo que está esperando el sector. El tiempo tendrá la palabra.

Nada más pisar el ministerio, Atienza ya advirtió de su deseo de hacer política pensando en acabar la legislatura y para ello ha comenzado con una ofensiva para conocer a fondo la realidad de todo el sector. "No tengo las soluciones a los problemas del campo, pero quiero que las busquemos entre todos", vino a señalar días pasados ante al Comisión de Agricultura del Congreso.

El ministro quiere acelerar también los procesos de algunas transferencias pendientes con las comunidades autónomas. Y, desde su llegada, por el palacio de Atocha, antigua sede del Ministerio de Fomento, han pasado todos los sindicatos, industria alimentaria, cooperativas de los diferentes sectores, exportadores, comunidades de regantes y cofradías de pescadores. Luis Atienza se ha movido de norte a sur, desde Fraga y Lérida, donde se entrevistó con las cooperativas frutícolas, hasta Jerez, donde lo hizo con los remolacheros, pasando por las cerealistas cooperativas de Lerma, los horticultores de Andalucía, los citricultores de la Comunidad Valenciana y Murcia o los pastores trashumantes de Extremadura.

De la batalla contra los agricultores franceses, ha hecho una de sus principales banderas para marcar una posición de dureza frente a las agresiones, aunque en el sector se sigue considerando corta la presión ejercida ante Bruselas. Otra baza ha sido una normativa en marcha, el proyecto de ley de interprofesionales, trabajado por Vicente Albero, y el de modernización, ambos a punto de debatirse en el Parlamento.

Después de esos miles de kilómetros a las espaldas para informar e informarse a pie de campo, quedan por ver los resultados. El sector espera que, con más jornadas completas en Atocha y con un equipo por cerrar, ponga soluciones sobre la mesa a cada problema planteado por el campo, aquí y en Bruselas. De lo contrario, viajar sería solamente turismo pagado, y las entrevistas, puras relaciones públicas.

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