La castidad habladora

Cuenta un socialista gaditano que Manuel Chaves es capaz de entrar en un bar abarrotado de gente, colocarse a tu lado y no saludar hasta que alguien le dice: "¡Pero hombre, Manolo, si estás aquí!". La anécdota sirve para ilustrar su carrera política en los últimos cuatro años. Chaves bajó al sur porque Guerra y González así lo decidieron. Fue candidato, en sustitución de Rodríguez de la Borbolla, en 1990, no por elección, sino por designación. El elegido era Leocadio Marín, pero llevaba una, mala tarjeta de presentación: cobijar a Juan Guerra en la Delegación del Gobierno. Y sucedió como en la...

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Cuenta un socialista gaditano que Manuel Chaves es capaz de entrar en un bar abarrotado de gente, colocarse a tu lado y no saludar hasta que alguien le dice: "¡Pero hombre, Manolo, si estás aquí!". La anécdota sirve para ilustrar su carrera política en los últimos cuatro años. Chaves bajó al sur porque Guerra y González así lo decidieron. Fue candidato, en sustitución de Rodríguez de la Borbolla, en 1990, no por elección, sino por designación. El elegido era Leocadio Marín, pero llevaba una, mala tarjeta de presentación: cobijar a Juan Guerra en la Delegación del Gobierno. Y sucedió como en la anécdota: Manolo estaba allí. Igual ha ocurrido en el partido. Los que se sientan con él en la ejecutiva aseguran que interviene para ratificar la opinión común pero nunca para discrepar. Unos explican esta actitud por timidez; otros, por quietismo. Sea como fuere, Chaves estaba allí cuando los renovadores decidieron quitar a los guerristas, si bien necesitó un fuerte empujón para capitanear el partido y enfrentarse a Guerra. Entablar una conversación con el candidato puede hacer creer al interlocutor que Chaves le guarda una profunda desconfianza y, probablemente, le llevará a preguntarse: "¿Qué le habré hecho para que no me hable?" Lo más seguro es que nada. Mantiene su castidad habladora incluso cuando trata de ganar votos. En Huelva, se le acercó una anciana emocionada por darle la mano y, de camino, relatarle su numerosísima prole. Lo más que dijo fue: "Encantado". Tal vez por su parquedad de palabras, sus lapsus linguísticos son muy celebrados. Chaves ha llegado a decir que con las nuevas autovías "se tarda más tiempo en ir a los sitios" o que "a través del 151 alcanzamos nuestra economía" o que "hay que dar un repura (respuesta)" a los problemas. Ha pedido el voto para "María Izquierda" y "Fernández Morán". Jaén, en boca de Chaves, puede ser "Jalén" y los gallegos, "gallagos". Erratillas en comparación con su metedura de pata más comentada. A saber: que su Gobierno "había elevado el nivel de vida de los socialistas".

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