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El príncipe Eduardo de Inglaterra no tuvo ayer otro remedio que cubrirse la incipiente calva con un sombrero tipo safari para ponerse a salvo del sol que caía a plomo en el mediodía andaluz, mientras esperaba puntual la llegada del alcalde de Marbella, Jesús Gil, para descubrir una placa que conmemora la visita del vástago menor de la reina Isabel II a la Costa del Sol. "Ésta es su casa", le dijo Gil al príncipe de la Corona británica, quien se desplazó a Marbella en visita de carácter privado para presentar el premio internacional que lleva el nombre de su padre,...

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El príncipe Eduardo de Inglaterra no tuvo ayer otro remedio que cubrirse la incipiente calva con un sombrero tipo safari para ponerse a salvo del sol que caía a plomo en el mediodía andaluz, mientras esperaba puntual la llegada del alcalde de Marbella, Jesús Gil, para descubrir una placa que conmemora la visita del vástago menor de la reina Isabel II a la Costa del Sol. "Ésta es su casa", le dijo Gil al príncipe de la Corona británica, quien se desplazó a Marbella en visita de carácter privado para presentar el premio internacional que lleva el nombre de su padre, Duque de Edimburgo, destinado a los escolares que fomenten la solidaridad con los jóvenes marginados, informa Jorge L. Soria.

El príncipe, que pasó la primera noche de su estancia en la Costa del Sol en una lujosa suite de un hotel de la milla de oro marbellí por la que se paga unas 100.000 pesetas, participaba anoche de una cena de gala -25.000 pesetas el cubierto-, cuya recaudación repartirá la fundación benéfica entre niños del Tercer Mundo. El ilustre visitante continuó durante las primeras horas de la tarde, a más de 30 grados bajo el sol, el recorrido por los museos municipales del grabado y de bonsái, ante la mirada de curiosos que se asomaban en las calles del casco antiguo al paso de la comitiva real.

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