Cartas al director

Las mujeres y el islam

De nuevo su periódico se presta a las andanadas antiislámicas de Lidia Falcón. En su artículo del 23 de mayo, titulado La guerra contra las mujeres, esta pobre señora lanza todo su repertorio de pus, veneno y frustraciones contra el islam, bajo la cínica cobertura de las más grandes calumnias, mentiras e invenciones que su odio enfermizo le hace concebir.El problema de Falcón no es que odie el islam, es que odia a los hombres porque se odia a sí misma, porque odia su propia feminidad. Cegada y confundida por un feminismo trasnochado que pretende liberar a la mujer, imitando parad...

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De nuevo su periódico se presta a las andanadas antiislámicas de Lidia Falcón. En su artículo del 23 de mayo, titulado La guerra contra las mujeres, esta pobre señora lanza todo su repertorio de pus, veneno y frustraciones contra el islam, bajo la cínica cobertura de las más grandes calumnias, mentiras e invenciones que su odio enfermizo le hace concebir.El problema de Falcón no es que odie el islam, es que odia a los hombres porque se odia a sí misma, porque odia su propia feminidad. Cegada y confundida por un feminismo trasnochado que pretende liberar a la mujer, imitando paradójicamente los comportamientos masculinos (viciados en una sociedad corrupta) y en un medio donde la promoción y la valoración de la mujer es, a partir de su juventud y su belleza, su frustración y su soberbia en el error, le hacen arremeter contra el islam: un sistema de pensamiento que considera a la mujer y al hombre distintos y complementarios, y que considera el desarrollo de la feminidad y los derechos específicos ligados a ella objetivos ineludibles para la realización plena de la mujer y, por ello, del equilibrio armónico de la sociedad.

Lamentablemente, Falcón no puede comprender estas sutilezas ni reconocer su propia feminidad, reprimida tras años de fanatismo feminista.

No sólo no dice el Corán las, mentiras que Falcón cita en su artículo, sino que, respecto a lo arriba comentado, "os ha creado de una sola alma, después sacó de ella su pareja" (sura 39, versículo 6). Así pues, la distinción entre hombre y mujer no es espiritual, por ello, ambos tienen idénticos deberes de adoración e idéntica recompensa. Las diferencias derivan de sus peculiaridades específicas: psíquicas y físicas, dadas por la naturaleza. Ninguna ideología puede triunfar sobre las tendencias de la naturaleza. La atracción natural del hombre y la mujer no es sino debida a esta diferenciación, y su objetivo es obtener la plenitud en la unión complementaria de ambos. Símbolo de la unidad divina. No hay superioridad alguna del hombre sobre la mujer en el islam. Como dice el Corán: "Ellas son vestidos para vosotros y vosotros lo sois, para ellas".

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No hay lugar aquí para exponer las sólidas argumentaciones de las que dispone el islam para construir su sistema. Bastará decir que el sistema jurídico que presenta es un conjunto coherente e indisociable de derechos y deberes, muchos de ellos comunes a mujer y hombre, y otros, específicos para cada uno de ellos, que se nivelan y complementan en un todo armónico que conlleva a la plena realización de ambos.

No es mediante la "lucha de clases" (como ya ha quedado visto), ni su sucedáneo la "guerra de sexos", como las sociedades pueden superar las fricciones de estos aspectos diferenciados, sino con una comprensión no simplista ni traumatizada de su papel social. Precisamente, el islam ofrece las soluciones idóneas para esta superación, y los intelectuales harían bien en examinarlas para un estudio sin prejuicios que puede aportar mucha luz a la sociedad decadente y corrupta de nuestros días.

El islam tiene 14 siglos de vida y ha superado los más variados avatares de la historia. No será, pues, el "feminismo materialista", ya caduco y fracasado, de Falcón y sus secuaces el que pueda mínimamente dañarlo.

En lugar de preocuparse del destino de las musulmanas y de una liberación que nadie le ha pedido, ¿por qué no se ocupa de algo mucho más cercano como la situación de la mujer en su propio país?, ¿por qué no añaliza los motivos y las soluciones de las horribles lacras que padecen las mujeres en sistemas progresistas e igualitarios y que no ocurren en las sociedades islámicas?, ¿por qué no se ocupa de las miles de niñas y mujeres que son violadas y asesinadas, casi siempre impunemente, en nuestro país?, ¿por qué no denuncia los intereses que se esconden tras los cientos de miles de ludópatas y alcohólicas que han arruinado y destruido su vida y las de sus familias?, ¿por qué no publica artículos para solucionar el horror de las miles de heroinómanas, portadoras de sida y prostitutas que produce su sociedad?, ¿qué propone para atajar las palizas salvajes que reciben muchísimas mujeres de sus alcoholizados compañeros en su sociedad igualitaria?

Aquí tiene terreno Falcón y el verdadero feminismo para luchar por los derechos de las mujeres, antes de dar lecciones hipócritas que nadie le ha pedido.

Al margen de la propaganda progresista y feminista y su deformación de la realidad de la mujer musulmana, la valoración de la mujer, su dignidad, su respeto, el desarrollo de su personalidad y su felicidad son infinitamente superiores en un medio genuinamente islámico que en la moderna sociedad materialista y hedonista, donde sólo el dinero y el placer son criterios para la valoración de las personas.

Portavoz de la Asociación Cultural Islámica Imam Ali.

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