Editorial:

¿Un día sin tabaco?

CATORCE MILLONES de españoles habrán celebrado el Día Mundial sin Tabaco con un pitillo en la boca. Y no lo harán con aires de desafío. La mayoría, seguramente, habrá intentado alguna vez abandonar esta drogadicción. Tres millones de compatriotas suyos lo han conseguido. Una buena noticia que tiene su corrección estadística en el aumento de la población fumadora adolescente.Fumar es una estupidez que perjudica gravemente la salud y el bolsillo. Y, sin embargo, los fumadores existen. Y no todo este numeroso colectivo tiene mermado el sentido común. La necesidad de fumar tiene explicacion...

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CATORCE MILLONES de españoles habrán celebrado el Día Mundial sin Tabaco con un pitillo en la boca. Y no lo harán con aires de desafío. La mayoría, seguramente, habrá intentado alguna vez abandonar esta drogadicción. Tres millones de compatriotas suyos lo han conseguido. Una buena noticia que tiene su corrección estadística en el aumento de la población fumadora adolescente.Fumar es una estupidez que perjudica gravemente la salud y el bolsillo. Y, sin embargo, los fumadores existen. Y no todo este numeroso colectivo tiene mermado el sentido común. La necesidad de fumar tiene explicaciones en la adicción física a la nicotina, pero también en mecanismos de dependencia psicológica. Romper el hábito requiere un acto de voluntad. De ahí la conveniencia de cargas fiscales sobre el consumo y de campañas informativas que no se ahorren ni tan siquiera la estrategia del miedo. Pero tampoco se trata de criminalizar al fumador. Es lógico que se salvaguarde el derecho del no fumador a evitar una convivencia indeseada, pero la lucha contra el tabaco no pasa por satanizar al fumador, sino porque éste desista. Una renuncia que será más sólida si lo es por convicción que por persecución.

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