Tribuna:

El barrendero de mi calle

Dicen que Lucas es el barrendero de mi calle. He revisado la tarjeta de felicitación que dejaron por Navidad, en la que aparecen varios limpiando una acera junto a su carrito, pero el dibujo es pésimo y no le reconozco. Además, Lucas está jubilado, que yo recuerde.Llevo 20 años viviendo en la misma casa y nunca he visto a mi barrendero desde las ventanas. Claro que todas dan a un patio interior. Entre los vecinos se comenta que trabaja de noche, como yo. Pues mira que he salido veces del puticlub de la esquina a las tantas y, nada, no aparece. Alguno dice haber visto, una noche cerrada, a un i...

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Dicen que Lucas es el barrendero de mi calle. He revisado la tarjeta de felicitación que dejaron por Navidad, en la que aparecen varios limpiando una acera junto a su carrito, pero el dibujo es pésimo y no le reconozco. Además, Lucas está jubilado, que yo recuerde.Llevo 20 años viviendo en la misma casa y nunca he visto a mi barrendero desde las ventanas. Claro que todas dan a un patio interior. Entre los vecinos se comenta que trabaja de noche, como yo. Pues mira que he salido veces del puticlub de la esquina a las tantas y, nada, no aparece. Alguno dice haber visto, una noche cerrada, a un individuo con la gabardina abierta. Eso no es un barrendero. Otro asegura que divisó un tipo vestido con un uniforme naranja que respondía a sus características antropomórficas, pero que llevaba como un saco a cuestas. Yo opino que era el polaco del butano, y la señora del segundo izquierda, que era Papá Noel.

Todo esto empieza a parecerme algo fuera de lo normal, así que me he comprado una enciclopedia de ciencias ocultas que vendían rebajada en el VIPS. He buscado en ella la palabra "barrendero", que aparece en negrita. Leo: "Los barrenderos no se pueden considerar estrictamente como fenómenos paranormales y, en la mayoría de los casos, ni siquiera como fenómenos". Ya entiendo por qué el libro estaba en oferta.

En mi barrio las calles son tan estrechas que los vecinos nos cruzamos arrimando cebolleta. Está claro que por ellas no cabe un camión de la basura, de modo que tiene que haber barrenderos. Por eso he decidido pasar tres noches en vela en la terraza, a ver si tengo la suerte de pillar al mío. He llegado a localizar parejas manoseándose, bomberos salvando de un pavoroso incendio a una joven semidesnuda, ambulancias recogiendo indigentes, indigentes conduciendo ambulancias, municipales registrando a camellos, jorobados jugando a dromedarios, acomodadores de cine, estrellas de teatro; hasta trenes saliendo de un túnel he visto (creo que no debí comprar aquella caja de botellas de whisky para combatir el sueño).

Pero nunca divisé al barrendero de mi calle. He llegado a preguntar por él a su supuesta mujer, pero me asegura que siempre ha estado soltera. Después investigué quién respondía al nombre de Lucas. Sólo había uno, pero era Skywalker y salió volando en su nave. A lo mejor es que el barrendero ni se llama Lucas.

El caso es que estoy harto de salir de casa y llenarme de mierda los zapatos, sortear los desperdicios que arrojan desde las ventanas, que me muerdan los tobillos las ratas de alcantarilla, que se me suban a la chepa las cucarachas o que me pidan mondadientes los vagabundos que rebuscan en la basura. Mi calle está hecha un asco, así que he decidido cerrar la investigación, dejar de beber, mudarme de barrio y poner una denuncia al Ayuntamiento por cerdos.

Y el lunes, sin falta, me doy de baja como empleado del Servicio Municipal de Limpiezas.

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es un grupo formado por Alex Cabello, Miguel Gutiérrez y Luis Fernández.

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