Cartas al director

Gratitud

Este pasado 26 de abril, y con todas las características de una aventura, logré llegar a Madrid procedente de Ruanda, país de donde tuve que ser evacuado a causa de la dificil situación de guerra y de violencia interétnica que allí se vive.Fue una huida precipitada, a partir de la población de Byuniba, junto con los alumnos del Grupo Scolaire de La Salle, varias familias, las autoridades locales y los militares gubernamentales que, viéndose rodeados, iban a ensayar abrirse una brecha entre el cerco enemigo.

Sólo después de casi una semana de penosa marcha día y noche por entre las monta...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Este pasado 26 de abril, y con todas las características de una aventura, logré llegar a Madrid procedente de Ruanda, país de donde tuve que ser evacuado a causa de la dificil situación de guerra y de violencia interétnica que allí se vive.Fue una huida precipitada, a partir de la población de Byuniba, junto con los alumnos del Grupo Scolaire de La Salle, varias familias, las autoridades locales y los militares gubernamentales que, viéndose rodeados, iban a ensayar abrirse una brecha entre el cerco enemigo.

Sólo después de casi una semana de penosa marcha día y noche por entre las montañas, logramos llegar a un sitio que ofrecía alguna seguridad, particularmente para los alumnos. Personalmente, como extranjero, y sobrepasando difícilmente las barreras populares formadas por gentes incontroladas y ebrias de sangre, logré llegar hasta la frontera con Zaire. Allí, el cónsul, P. Luis Hernández, y el encargado de negocios en Kinshasa, señor Alfonso Muñoz-Seca, se ocuparon eficazmente de los trámites diplomáticos y de mi viaje hasta Madrid.

En el caso mío toda esa colaboración diplomática tiene un alto significado, pues yo no soy español. Yo soy colombiano, religioso de la congregación de los Hermanos de La Salle. Estaba como director del colegio de Byuniba y mi acción se desarrollaba en el aspecto pedagógico y educativo. Con la presente carta quiero manifestar públicamente, como colombiano y como educador, mi profunda gratitud a España por la ayuda decisiva y oportuna que me brindó. Gratitud que se extiende al nuncio apostólico, monseñor Faustino Sainz; al personal de la Embajada española en Zaire; al señor Montero, de la Embajada en Bélgica; a los cónsules de Colombia en Bruselas y en Madrid; a las hermanas carmelitas misioneras teresianas, y a los hermanos de La Salle españoles por su acogida. Igualmente, una voz de felicitación a Radio Exterior de España por los oportunos y animadores mensajes que transmitió en esos días difíciles en los programas dirigidos a África, a Guinea Ecuatorial.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En