2.000 madrileños forman parte de una congregación devota del santo

Hace un año se llevaron al santo, san Isidro, y a su mujer, santa María de la Cabeza, para que estuvieran -como Dios manda- en la Almudena, la recién estrenada catedral de Madrid. José Ángel Ayala, hermano mayor de la Real, Muy Ilustre y Primitiva Congregación San Isidro de Naturales de Madrid, aceptó con resignación la partida de la imagen. a otra iglesia. Pero poco después la congregación que él encabeza encargó una nueva talla para su iglesia. La figura, que será bendecida el domingo por el arzobispo de Madrid, Angel Suquía, terminó de tallarse hace una semana en un estudio de artesa...

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Hace un año se llevaron al santo, san Isidro, y a su mujer, santa María de la Cabeza, para que estuvieran -como Dios manda- en la Almudena, la recién estrenada catedral de Madrid. José Ángel Ayala, hermano mayor de la Real, Muy Ilustre y Primitiva Congregación San Isidro de Naturales de Madrid, aceptó con resignación la partida de la imagen. a otra iglesia. Pero poco después la congregación que él encabeza encargó una nueva talla para su iglesia. La figura, que será bendecida el domingo por el arzobispo de Madrid, Angel Suquía, terminó de tallarse hace una semana en un estudio de artesanía de Vallecas. "La bendición del santo es la verdadera fiesta, el resto es folclor", señala José Ángel Ayala, de 79 años."Cada vez quedamos menos, somos viejos y nos estamos muriendo", añade el anciano -que con seis años ya pertenecía a esta agrupación- cuando recuerda que son 2.000 las personas que pertenecen a esta congregación que durante estos días organiza varios actos religiosos volcados en la figura del santo.

La nueva figura, de casi dos metros de altura -"si fuera más pequeña parecería un muñeco"-es obra de Javier Tudanca, un hombre que heredó de su padre el taller de imaginería religiosa que tiene en el barrio de Vallecas. "Es una talla de madera de abedul. Está pensada para mirarla desde abajo, para las procesiones, tiene mucha estabilidad. A la altura de los ojos no se aprecia su efecto", añade el escultor, que escucha a quienes creen que al Labrador le falta la aureola dorada de santidad.

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