Tribuna:

El milagro del Olmo y el Manzano

El alcalde es un Manzano católico del huerto de Fray Luis. Y pensó: "Si la fe mueve montañas, mal se nos tiene que dar para que no mueva también el tráfico rodado de la Villa". Pero el tráfico se embotelló con las gordas de Botero.El Manzano no se desalentó, siguió orando y pidió. peras al Olmo. Y en el balcón de la Casa de la Carnicería se apareció un bigardo Olmo berciano trasplantado a Barcelona que derramó no sólo peras de agua, sino también pitiminís carentes de espinas y de acritud.

"¡Milagro!", gritó Huete. "¡Prodigio!", exclamó Esperanza Aguirre. "Si no lo veo no lo creo", dijo ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El alcalde es un Manzano católico del huerto de Fray Luis. Y pensó: "Si la fe mueve montañas, mal se nos tiene que dar para que no mueva también el tráfico rodado de la Villa". Pero el tráfico se embotelló con las gordas de Botero.El Manzano no se desalentó, siguió orando y pidió. peras al Olmo. Y en el balcón de la Casa de la Carnicería se apareció un bigardo Olmo berciano trasplantado a Barcelona que derramó no sólo peras de agua, sino también pitiminís carentes de espinas y de acritud.

"¡Milagro!", gritó Huete. "¡Prodigio!", exclamó Esperanza Aguirre. "Si no lo veo no lo creo", dijo Barranco. "Eso es una patraña saducea", desdeñó Francisco Herrera. Y Matanzo, haciendo de su capa un sayo, arengó a los incrédulos: "Venid conmigo, hombres de poca fe, y contemplaréis un portento como la copa de un vino". Y se fueron todos a la Plaza Mayor.

Más información

"¿Qué hace un sitio como éste en un berciano como yo?", oyeron pregonar al Olmo. El gigante de Ponferrada hizo un elogio apasionado del sincretismo de la Villa y recordó que el chotis es un baile escocés; el organillo, un invento napolitano; Agustín Lara, el autor de Madrid, mexicano; el mantón, de Manila; la Cibeles, una diosa frígida; Neptuno, una deidad griega; Mingote, catalán; Pérez Galdós, canario; Raúl del Pozo, conquense; y, en fin, Álvarez del Manzano, de Sevilla. (Olvidó a un malagueño llamado Juan y apellidado Madrid, precisamente, abanderado de la novela negra madrileña, cuyo héroe es un detective estoico y vividor con nombre itálico, Tony Romano).

El oráculo recordó que este foro de asfalto y rascacielos no eligió a un urbanita como protector, sino a un isidro ecológico de campo y arado. "Madrid no es ciudad, sino Villa; esto era un bosque con osos y madroños", añadió.

Al grito de "Madrid no mata, contagia", el Olmo discípulo de Tertuliano afirmó que, en las reincidentes marchas hacia la Villamanifestódromo, los trabajadores en paro "ganan menos indulgencias, pero más pelotas". Y remató la bienaventurada venturanza refiriéndose al Ángel Caído: "Hasta el mismo demonio es madrileño; que trabaje el Ángel de la Guarda".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Así se lo montaba san Isidro, nuestro celestial patrono. Madrid sigue siendo la corte de los milagros.

Y como no sólo de discursos viven los gatos, el Olmo se bajó del guindo con esta chicuelina: "Fiestas son amores, y no buenos pregones". La orquesta de Mayito Valdés cambió la música celestial por la salsa de la vida.

Archivado En