Ex comunistas y liberales logran la mayoría en las elecciones de Hungría

Los socialistas húngaros celebraban ayer en Budapest, lejos de su convaleciente jefe, Gyula Horn, su victoria en la primera vuelta electoral del domingo. Como en Lituania, Polonia o Ucrania, y salvando las distancias, en Hungría, los ciudadanos han llamado a la izquierda moderada a gobernar los próximos cuatro años.

Los resultados finales de esta ronda otorgan al Partido Socialista (ex comunistas) el 33% de los votos. Le siguen los liberales de la Unión de Demócratas Libres, con un 19,7%. Su jefe, Gibor Kuncze, ya ha puesto el dedo en la llaga: "No tiene sentido hablar todavía de coalic...

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Los socialistas húngaros celebraban ayer en Budapest, lejos de su convaleciente jefe, Gyula Horn, su victoria en la primera vuelta electoral del domingo. Como en Lituania, Polonia o Ucrania, y salvando las distancias, en Hungría, los ciudadanos han llamado a la izquierda moderada a gobernar los próximos cuatro años.

Los resultados finales de esta ronda otorgan al Partido Socialista (ex comunistas) el 33% de los votos. Le siguen los liberales de la Unión de Demócratas Libres, con un 19,7%. Su jefe, Gibor Kuncze, ya ha puesto el dedo en la llaga: "No tiene sentido hablar todavía de coalición, pero sólo con nosotros pueden coligarse los socialistas, porque los demás no les quieren". El Foro Democrático, partido gobernante, es el gran perdedor, sin llegar al 12%.Gyula Horn no ha podido votar y convalece en un hospital de la ciudad norteña de Miskolc de un accidente automovilístico sufrido la semana pasada. El jefe socialista, de 62 años, declaró ayer tras salir de la anestesia que "no se puede engañar durante mucho tiempo a la gente", refiriéndose al derrotado Foro, y que su formación no ha hecho otra cosa durante los últimos meses que pregonar a los ciudadanos su programa, No esparcir el odio. Los socialistas han ganado en 158 de 178 distritos.

El primer ministro, Peter Boross, líder de la coalición derechista integrada por el Foro Democrático, los democratacristianos (7% de los votos) y el partido de los Pequeños Propietarios (9%), ha encajado deportivamente su derrota. "No creo que los socialistas mejoren nuestra política económica, pero si lo hacen seré el primero en alentarlos". Cinco millones y medio de votantes, casi un 67% del censo, participaron en las elecciones del domingo, que han señalado también la caída, con un 7,5% de los votos, del segundo partido liberal, los Jóvenes Demócratas del atildado Viktor Orban. Su gráfica propuesta a los electores de abandonar el aburrido plátano para pasarse a la naranja, el emblema del partido, no ha encontrado adeptos suficientes.

El Foro Democrático, reducido ahora a un 11,7% de los votos a pesar de su impudoroso control de radio y televisión -el desmayo en la cadena estatal era perceptible el domingo por la noche-, ganó las elecciones de 1990 con más de un 42%. El hoy vencedor Partido Socialista Húngaro no llegó entonces al 9%; los electores castigaron así a unos comunistas conversos en quienes veían la prolongación de todos sus males anteriores y en los que ahora ven el remedio.

El mal húngaro tiene nombre económico: alto desempleo, alta inflación, elevada deuda externa y descenso del nivel de vida a cotas anteriores a 1989, el año del cambio. Los ciudadanos de este pequeño país centroeuropeo, que disfrutaban de una compacta clase media y un régimen de libertades insólito entre sus vecinos ex comunístas, no se acomodan al foso que el nuevo orden ha abierto entre los triunfadores y la mayoría -al "capitalismo de élite"- y tampoco a vivir sin la red de protección social que les tendía el régimen anterior.

Nadie lo creería ayer en Budapest. El primer día de franca primavera echó a la calle a miles de personas dispuestas a cualquier cosa para impregnarse de un sol digno de ese nombre. Los vecinos de la capital. comenzaron a digerir plácidamente la anunciada victoria de socialistas y liberales atestando a mediodía las terrazas y haciendo cola ante los cruceros que recorren el Danubio.

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La incógnita principal abierta por el triunfo en primera vuelta de los socialistas húngaros es qué precio estarán dispuestos a pagar en las próximas semanas para no asustar, a pesar de su credo socialdemócrata, ni dentro ni fuera de sus fronteras. Gyula Horn no ha designado todavía candidato de su partido a la jefatura del Gobierno, y muy bien podría ceder este honor a los segundos más votados, los entusiastas libremercadistas de Gabor Kunzce (Demócratas Libres), si con ello se transmite a los circuitos económicos la impresión de que en Hungría no va a haber un vuelco. Lo que sí mantiene Horn es un acuerdo electoral con el ala socialdemócrata del mayor sindicato.

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