Ocho distritos sin pantalla

El mapa de la pantallas madrileñas es desigual. Mientras el distrito Centro bate el récord del número de salas (24 abiertas y una cerrada) es Chamberí el que se situaría a la cabeza en términos relativos: 13 cines y los 13 abiertos oficialmente, si bien el Bilbao no ha franqueado las puertas tras la trágica caída de su marquesina.Mientras la oferta se agolpa en esas zonas céntricas, en otras resulta imposible entrar en la sala oscura. En ocho de los 21 distritos madrileños no hay ni un solo cine. Arganzuela, Retiro, Moratalaz, Villaverde, Villa de Vallecas, San Blas, Vicálvaro y Barajas ca...

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El mapa de la pantallas madrileñas es desigual. Mientras el distrito Centro bate el récord del número de salas (24 abiertas y una cerrada) es Chamberí el que se situaría a la cabeza en términos relativos: 13 cines y los 13 abiertos oficialmente, si bien el Bilbao no ha franqueado las puertas tras la trágica caída de su marquesina.Mientras la oferta se agolpa en esas zonas céntricas, en otras resulta imposible entrar en la sala oscura. En ocho de los 21 distritos madrileños no hay ni un solo cine. Arganzuela, Retiro, Moratalaz, Villaverde, Villa de Vallecas, San Blas, Vicálvaro y Barajas carecen de carteleras. Aunque en los dos últimos barrios citados nunca existieron salas, en alguno de los otros llegó a haber hasta tres. "Cerrado por falta de público", bien podría leerse en sus puertas.

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En algunos casos, las viejas salas se han reconvertido en salones de banquetes, cafeterías, tiendas y hasta en un supermercado (Infantas), porque no estaban sujetas por el planeamiento urbano.

El cine de barrio ha muerto; la sesión doble, también. "Las prisas se la han cargado", mantiene José del Villar, presidente de la Federación de Empresarios de Cine. "Además, el público ya no espera a las reposiciones, y los barrios estrenan al tiempo que la Gran Vía".

En la cartelera madrileña sólo queda un cine con dos películas en sesión continua. Es el Carretas. Está en venta desde hace meses, aunque aún no hay comprador a la vista, según señalan en la agencia encargada de la enajenación.

Aunque los cines del centro se defienden mejor, alguno tiene el inconveniente de estar catalogado arquitectónicamente. Esto supone un importante freno para lograr la licencia que le permita reconvertirse en el más competitivo multicine. En esta situación están el Capitol y el Coliseum. "Los dueños están dispuestos a mantener las estructuras, pero el Ayuntamiento no les autoriza la reconversión", explica Del Villar. "Nosotros no queremos cargarnos el patrimonio artístico, sino hacerlo rentable", apostilla.

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Muerte rural

Si el cine de barrio prácticamente ha muerto, el de pueblo agoniza. Son muy escasos: apenas superan la docena los municipios madrileños de menos de 50.000 habitantes que lucen carteleras (véase EL PAÍS de 6 de diciembre de 1993). Los dueños, más románticos que empresarios en busca de rentabilidad, se quejan además de la falta de ayudas económicas.El Ministerio de Cultura proporciona pequeñas ayudas a estas salas siempre que cumplan algunos requisitos. El año pasado se concedió un socorro de 1.300.000 pesetas a repartir entre las salas de Alpedrete, Villamanta, Villarejo de Salvanés y Robledo de Chavela.

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