La fiesta bonita y galana

Los vecinos recuperaron la ancestral tradición de la Maya en los años setenta

Unas 80 niñas, engalanadas con joyas y flores, fueron ayer el centro de atención de Colmenar Viejo (26 .000 habitantes). Se celebraba la fiesta de la Maya, una ancestral tradición recuperada por los vecinos en los años setenta. Se trata de un canto a la belleza representa da en las niñas.

Los preparativos para la fiesta comenzaron hace un mes, cuando las madres -acompañadas de sus hijas- acudieron al Ayuntamiento para inscribirse en el concurso que año tras año tiene lugar a la misma fecha y hora: las cinco de la tarde. Desde ese momento, las madres comienzan a preparar las enagu...

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Unas 80 niñas, engalanadas con joyas y flores, fueron ayer el centro de atención de Colmenar Viejo (26 .000 habitantes). Se celebraba la fiesta de la Maya, una ancestral tradición recuperada por los vecinos en los años setenta. Se trata de un canto a la belleza representa da en las niñas.

Los preparativos para la fiesta comenzaron hace un mes, cuando las madres -acompañadas de sus hijas- acudieron al Ayuntamiento para inscribirse en el concurso que año tras año tiene lugar a la misma fecha y hora: las cinco de la tarde. Desde ese momento, las madres comienzan a preparar las enaguas, la camisa blanca, el mantón de Manila, llamativos collares, pendientes y alfileres. "Con el vestido y los aderezos, mi niña está más guapa que nunca", afirmaba ayer María José Marivela, madre de una de las niñas.

Novia idealizada

El 2 de mayo, la maya se convierte en novia, adulta e idealizada como una Virgen. El altar y el marco de la maya se decora con flores. Rosas, celindas, margaritas, petunias y hortensias, aderezadas con retama, tomillo, madreselva y laurel.Ayer, durante al menos una hora, ocho mayas -situadas en las calles principales del casco urbano- permanecieron inmersas en el aroma y color de las flores con los brazos cruzados e inmóviles, sin hablar ni reírse. Las acompañantes de estas mayas, unas diez en cada grupo, también cumplieron con el rito de cepillar los brazos de los transeúntes para pedirles dinero con la frase: "Para la maya que es bonita y galana".

Rebeca Aragón, de ocho años, que el año pasado fue acompañante, se mostraba emocionada en su altar: "Me encanta, sobre todo los preparativos y verme cómo seré cuando me pinte y sea mayor", dijo la maya.

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