Reportaje:

Soldados a su pesar

La 'quinta del biberón' rememora su movilización para la guerra civil con 18 años

Tenían que incorporarse al servicio militar en 1941. Pero el 28 de abril de 1938, cuando tenían entre 17 y 18 años, el presidente de la República Española, Manuel Azaña, movilizaba a la que ha pasado a la historia como la quinta del biberón. Con su cara de niños, cuando sus bigotes no eran más que proyectos incipientes, cuando todavía eran aprendices de todo y no conocían otra maldad que las gamberradas propias de chavales, fueron llamados a toda prisa a combatir al Ejército franquista.La mayoría de los integrantes catalanes de la quinta del biberón participaron en las decisivas ...

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Tenían que incorporarse al servicio militar en 1941. Pero el 28 de abril de 1938, cuando tenían entre 17 y 18 años, el presidente de la República Española, Manuel Azaña, movilizaba a la que ha pasado a la historia como la quinta del biberón. Con su cara de niños, cuando sus bigotes no eran más que proyectos incipientes, cuando todavía eran aprendices de todo y no conocían otra maldad que las gamberradas propias de chavales, fueron llamados a toda prisa a combatir al Ejército franquista.La mayoría de los integrantes catalanes de la quinta del biberón participaron en las decisivas y sangrientas batallas del Segre y del Ebro. De cada tres biberones, sólo dos volvieron a sus casas.

Algunos -más de mil- se reencontraron ayer en Terrassa. Como en los últimos 13 años y desde que los supervivientes de aquella quinta maldita apostaron por revivir ano tras año sus experiencias en el ambiente festivo que tanto añoraron durante la guerra que les tocó vivir en primer plano.

En el ambiente de la jornada de ayer se respiraban recuerdos y se mezclaban abrazos entre compañeros y enemigos. Porque a pesar de que los biberones procedían todos del bando republicano, algunos acabaron luchando contra el ejército que les reclutó. Es el caso de Joan Guinovart Escarré, que vivió el levantamiento franquista del 18 de julio como secretario del jefe de los carlistas de Cataluña, Tomás Cayla Grau, muerto a tiros en la plaza de Valls. Guinovart corrió mejor suerte y estuvo confinado en su casa hasta que movilizaron a la quinta del biberón. Pero sus ideas tradicionalistas le empujaron, seis meses después, a fugarse al bando franquista y luchó en el Tercio de Requetés de Burgos. "Ahora ya no hay ideologías. Somos supervivientes de una guerra de bandos separados por la fuerza". Pese a alguna de sus trágicas vivencias, el ex secretario del jefe carlista señala: "No guardo ningún tipo de rencor por lo pasado".

Joan Guinovart tiene ahora las mismas arrugas y ojos llorosos -han visto pasar 73 años de vida- que Josep Blanch Claret, que fue desplazado desde la localidad leridana de Artesa de Segre para participar en la batalla del Ebro, donde fue herido mientras defendía el territorio republicano. No conocía de ideologías, como tampoco sabía de política Salvi Parera Muñoz, que estuvo en el frente cerca de Camarassa (Lérida) y después de combatir durante un año le tocó reconstruir el santuario de Andújar (Jaén) por su participación en la guerra. Y menos todavía entendía María Sendra el porqué de la ausencia durante cinco años -los biberones tuvieron que hacer el servicio militar en el bando vencedor al acabar la guerra y pasar por la correspondiente depuración- de su actual esposo, Bonaventura Orriols Ferret, que estuvo en el cuerpo de tren del Ejército republicano. Algunos reconocen que les llevaron engañados: "Me dijeron que sólo tenía que hacer tres meses de instrucción y me pasé un año pegando tiros".

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