Asesinado el diputado ruso que publicó la lista de los criminales más peligrosos

El asesinato, el pasado martes, del diputado y hombre de negocios Andréi Aizderdzis, cuyo periódico había publicado la lista de los 266 criminales más peligrosos de Rusia, ha hecho estallar una crisis política que pone en peligro la firma, prevista para hoy, del llamado Acuerdo Social, impulsado por el presidente Borís Yeltsin.

Una verdadera tormenta se desató ayer en el Parlamento ruso, que se reunió a puerta cerrada con la presencia del primer ministro, Víktor Chemomirdin. La oposición aprovechó el crimen para pedir cambios en el Gabinete, concretamente la dimisión del titular de Inte...

El asesinato, el pasado martes, del diputado y hombre de negocios Andréi Aizderdzis, cuyo periódico había publicado la lista de los 266 criminales más peligrosos de Rusia, ha hecho estallar una crisis política que pone en peligro la firma, prevista para hoy, del llamado Acuerdo Social, impulsado por el presidente Borís Yeltsin.

Una verdadera tormenta se desató ayer en el Parlamento ruso, que se reunió a puerta cerrada con la presencia del primer ministro, Víktor Chemomirdin. La oposición aprovechó el crimen para pedir cambios en el Gabinete, concretamente la dimisión del titular de Interior, Víktor Yerin. Chernomirdin abandonó la sesión furioso por las críticas hechas al Gobierno y dijo que no pensaba destituir a Yerin.Aizderdziz, miembro de la fracción parlamentaria Nueva Política Regional, fue asesinado el martes por la noche, a la entrada de su casa, en Jimki, un suburbio de Moscú. Fue presidente del banco MDK y del consejo de directores de la Corporación Internacional de Negocios, cargos que tuvo que dejar al ser elegido diputado de la Duma, en diciembre pasado. Actualmente, era, además de parlamentario, editor de ¿Quién es quién?, periódico que publicó una lista de 266 nombres bajo el título de Líderes del mundo criminal. La lista no sólo contenía los apellidos de los delicuentes -la mayoría, de origen caucásico-, sino también sus apodos, el motivo por el cual fueron condenados y, en algunos casos, su lugar de reclusión.

Muertes 'rutinarias'

El asesinato de hombres de negocios es algo común en la nueva Rusia. Sin ir más lejos, el lunes fue asesinado Vladímir Sokolov, director de la firma pesquera Pilón, y el domingo mataron de sendos disparos en la cabeza a Leonid Petrov y Eduard Galkin, presidente y vicepresidente de la sociedad anónima Sibir.

La muerte del diputado ha servido a la oposición para atacar al Ejecutivo. El líder ultranacionalista, Vladímir Zhirinovski, convocó una conferencia de prensa en la que exigió "un total cambio de Gobierno" y dijo que su partido "tiene un programa. para salir de la crisis y está dispuesto a dar sus, candidatos a todos los puestos del Gabinete".

La Duma aprobó por 239 votos a favor y 11 en contra una declaración en la que conminó a Yeltsin a destituir a Yerin y a tomar todas las medidas necesarias para asegurar el orden en Rusia. Al mismo tiempo, los parlamentarios advierten que el asesinato de su colega no debe servir de pretexto para la violencia o la restricción de los derechos y libertades de los individuos.

La crisis desatada por el asesinato de Aizderniz pone en duda la firma del Acuerdo Social, prevista para hoy. Zhirinovski anunció ayer que su partido no suscribiría el documento. Y, como tampoco lo harán los comunistas, la importancia de la firma, si ocurre, será meramente simbólica, piensan algunos observadores. Los derrotados en octubre de 1993, cuando Yeltsin ordenó bombardear el Parlamento, no desean adherirse al pacto. Sostienen que, presentado como un acto de reconciliación nacional, de hecho pretende limitar los derechos constitucionales de los que difieren del actual régimen y hacer que la oposición renuncie a ser oposición.

Yeltsin se ha empeñado en que cuaje el Acuerdo Social, y ha hecho concesión tras concesión. Del documento han desaparecido las cláusulas que imponían castigos draconianos para los que rompieran el acuerdo, así como la prohibición tajante de modificar la Constitución.