160 observadores militares internacionales protegerán a los palestinos de Hebrón

Un crucial compromiso sobre la seguridad de los palestinos de la ciudad cisjordana de Hebrón permitió el jueves desbloquear las conversaciones de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El proceso, suspendido tras la matanza de Hebrón del 25 de febrero, recobró la marcha inmediatamente después de la firma de un acuerdo logrado tras maratonianas sesiones secretas en El Cairo. Israel aceptó la presencia temporal de 160 observadores militares de Noruega, Dinamarca e Italia para supervisar la seguridad de los 110.000 palestinos de Hebrón.

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Un crucial compromiso sobre la seguridad de los palestinos de la ciudad cisjordana de Hebrón permitió el jueves desbloquear las conversaciones de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El proceso, suspendido tras la matanza de Hebrón del 25 de febrero, recobró la marcha inmediatamente después de la firma de un acuerdo logrado tras maratonianas sesiones secretas en El Cairo. Israel aceptó la presencia temporal de 160 observadores militares de Noruega, Dinamarca e Italia para supervisar la seguridad de los 110.000 palestinos de Hebrón.

Fue una transacción difícil. La OLP tuvo que renunciar a su demanda de destacar policías propios y tampoco consiguió que Estados Unidos y Rusia se involucrasen directamente en el proyecto. Sin embargo, se anotó una clara victoria diplomática al conseguir que Israel, en un paso sin precedentes, aceptara una presencia internacional en Cisjordania.El despliegue de observadores extranjeros armados de pistolas "para defensa propia" constituye un nuevo experimento internacional para salvar el proceso de paz de Oriente Próximo, que estuvo a punto de naufragar tras el asesinato masivo de la mezquita de Hebrón. Pero la eficacia de este empeño constituía ayer un enigma para palestinos y judíos: "¿Que van a poder hacer [los observadores] frente al peligro que representan los colonos judíos que se pasean libremente con sus ametralladoras?", se preguntaba un banquero de Hebrón. "Los terroristas del Hamás se encargarán de sabotear esta innecesaria intromisión extranjera en nuestra tierra", presagiaba un rabino.

El acuerdo de El Cairo reitera el carácter temporal de la misión de los observadores. Cada tres meses, Israel y la OLP deberán negociar la renovación de su mandato. Quizá el más significativo resultado es la declaración conjunta en la cual palestinos e israelíes se comprometen a "acelerar las negociaciones" a fin de cumplir con el calendario establecido en Washington y que prevé la retirada del Ejército israelí de la franja de Gaza y el oasis cisjordano de Jericó dentro de 12 días.

La denominación oficial del contingente extranjero en Hebrón será "Presencia Internacional Temporal en Hebrón" (PITH) y no tendrá funciones militares ni policiales. Los observadores se limitarán a presentar informes sobre la seguridad a un comité palestino-israelí de cuatro miembros. El jueves no se sabía exactamente el grado de participación de cada país. Noruega, se dice en circulos diplomáticos, tendrá el contingente más numeroso.

El escepticismo de algunos de los palestinos de Hebrón contrastaba drásticamente con la euforia oficial de la OLP. Ahmed Tibi, asesor de Yasir Arafat, declaró: "Durante 20 años hemos pedido el despliegue de tropas internacionales en los territorios ocupados y esta es la primera vez que Israel lo aprueba. La próxima fase será la de la plena soberanía palestina en los territorios ocupados".

Mientras, un decreto rabínico instaba a los soldados israelíes a desobedecer toda orden de evacuación de los judíos de Hebrón, informa Victor Cigyelman desde Tel Aviv.

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"Todo soldado debe rechazar el evacuar judíos, al igual que debe de desobedecer una orden de que coma cerdo", señala el texto firmado por tres rabinos, entre ellos el Gran Rabino de Israel, Avraham Shapira. Además, el rabino Zefania Drodi exhortó al pueblo de Israel a desatar uan "revolución popular y paralizar el país si el Gobierno osa atacar a los judíos de Hebrón".

Peregrinaje a la tumba del asesino de la mezquita

Era un hombre joven, de larga barba y levita gris, que había caminado varios kilómetros hasta llegar a la modesta tumba del doctor Baruch Goldstein -el colono judío norteamericano que perpetró la matanza de Hebrón el 25 de febrero-, a la entrada del populoso asentamiento de Kiryat Arba. Alguien le alcanzó el chal blanco que Goldstein usaba para orar. Se cubrió la cabeza con él y comenzó a rezar para pedir recompensa divina al asesino de más de 30 palestinos que pereció a golpes después de cometer el crimen. Unas 30 personas le escucharon recitar las plegarias en silencio. Muchos depositaron monedas para erigir un monumento. En una caja metálica ardían siete lámparas. La tumba de Goldstein se está convirtiendo en punto de peregrinación para muchos ultrarreligiosos y ultranacionalistas.La escena daba que pensar sobre este naciente culto a un asesino. Pero no era representativa de lo que ocurría el jueves en Kiryat Arba -bastión de los colonos radicales-, en el 26º aniversario de la creación de los asentamientos judíos de Hebrón. Decenas de miles de israelíes acudieron a una manifestación de solidaridad para con los cerca de 400 colonos armados que viven, protegidos por el Ejército, entre los 110.000 palestinos de la vecina Hebrón, y cuya evacuación se plantea el Gobierno.

El proyecto inicial era marchar sobre Hebrón, pero las tropas, con órdenes de impedir fricciones, no les dieron paso. "No os tenemos miedo", coreaban algunos jóvenes de sombreros y levitas negras.

El empeño por demostrar que la policía israelí está dispuesta a cumplir con la promesa oficial de frenar a los más desaforados produjo la detención de Noam Arnón, el portavoz de Kiryat Arba. Arnón, cuyo nombre figura entre los colonos más temibles, había rehusado entregar su metralleta Uzi.

Otro judío de origen norteamericano encabezó una efímera manifestación de protesta. "Su único crimen ha sido abrir la boca", dijo indignado David Landau, sin hacer referencia a las incendiarias arengas de Arnón, uno de los muchos apologistas de Goldstein.

Abraham Cohen, un ingeniero inmigrante de París, se paseaba entre la multitud vendiendo un libro de reciente impresión que intenta bloquear la autonomía palestina en Jericó con discutibles argumentos bíblicos. Como la mayoría de la gente que se congregó en Kiryat Arba, culpó al Gobierno de Isaac Rabin de "vender la tierra judía a los terroristas".

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