El viajero español

Según el informe resumen de la Secretaría General de Turismo -elaborado mediante encuestas individuales y directas-, los grupos que presentaron hábitos más viajeros durante el mes de abril del año pasado, en que se celebró la Semana Santa, fueron los jóvenes entre 25 y 35 años, los estudiantes, las personas de mayor nivel socioeconómico y aquéllas con estudios superiores.Según este mismo informe, los destinos elegidos fueron, por orden de preferencia, las pequeñas ciudades, las localidades de costa y playa y la montaña. Sólo el 6,7% se decidió por un destino extranjero. El transporte más uti...

Según el informe resumen de la Secretaría General de Turismo -elaborado mediante encuestas individuales y directas-, los grupos que presentaron hábitos más viajeros durante el mes de abril del año pasado, en que se celebró la Semana Santa, fueron los jóvenes entre 25 y 35 años, los estudiantes, las personas de mayor nivel socioeconómico y aquéllas con estudios superiores.Según este mismo informe, los destinos elegidos fueron, por orden de preferencia, las pequeñas ciudades, las localidades de costa y playa y la montaña. Sólo el 6,7% se decidió por un destino extranjero. El transporte más utilizado fue el coche privado, seguido del avión; el primer tipo de alojamiento, casas de familiares, y en segundo lugar, establecimientos hoteleros. Por lo que respecta a la duración media del viaje, fue de siete días, y el gasto medio por persona, 27.970 pesetas. Las comunidades más viajeras son Madrid, Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y País Vasco, por este orden.

De improvisador califica Ángel Carrasco -director comercial de la agencia mayorista Club de Vacaciones- al viajero español: "Al contrario que los alemanes y británicos, por ejemplo, que hacen sus reservas entre ocho y seis meses antes de las vacaciones, una agencia española vende el 15% de los paquetes en los dos meses anteriores y el 60% en los últimos 15 días. Para Ricardo Fernández, "por lo que respecta a los consumidores de los destinos más caros, hemos pasado del modelo-turista, que se levantaba a las cinco de la mañana, guía en mano, y dispuesto a patearse todos los monumentos que hiciese falta, al modelo-vacacionista, que busca relajarse en un buen hotel y disfrutar el máximo lujo que pueda pagarse".