Tribuna:

Eclipse

La historia se compone de ciclos tales como: democracia-demagogia-dictadura. Acción-estupor-reacción. Palabra-eco-silencio. Libertad-indiferencia-represión. Expresión-vacío-censura. Se pasa de un estado a otro sin remisión. El mundo nunca será de los hombres de buena fe, ni de las personas con talento, ni de los altruistas, ni de los genios, ni de los generosos, ni de los humildes, ni de los sabios. Mientras, este mundo, el que pisamos, el que se puede medir, comprar, mancillar y destruir, es y será de los intransigentes.Una pluma no vale una pistola. Por desgracia, diga lo que diga el poeta, ...

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La historia se compone de ciclos tales como: democracia-demagogia-dictadura. Acción-estupor-reacción. Palabra-eco-silencio. Libertad-indiferencia-represión. Expresión-vacío-censura. Se pasa de un estado a otro sin remisión. El mundo nunca será de los hombres de buena fe, ni de las personas con talento, ni de los altruistas, ni de los genios, ni de los generosos, ni de los humildes, ni de los sabios. Mientras, este mundo, el que pisamos, el que se puede medir, comprar, mancillar y destruir, es y será de los intransigentes.Una pluma no vale una pistola. Por desgracia, diga lo que diga el poeta, se puede cosechar el trigo y alimentar el fuego sin necesidad de la canción. Cuando el intransigente, la víbora, el verdugo, entra a saco y se queda con todo, sólo queda el consuelo del grito en la caverna. Qué fácil y llano es el camino para los que en vez de corazón tienen una berenjena de Almagro. En época de dictadura se hacen ricos porque sólo hablan ellos. En tiempos de libertad también, porque forman parte de la contestación, de la crítica al sistema. ¡Cómo les envidio la tranquilidad de saber que no conocerán tiempos malos! Cuánto me gustaría poder decir siempre lo que pienso, sin represalias, sin miedo, sin angustia.

El otro día, viendo un programa de debate, escuché opiniones que me pusieron los pelos de punta. Se cuestionaban los más elementales principios de libertad. Esos políticos decidían a qué hora teníamos que acostarnos. Nos decían cómo teníamos que vivir. Y yo pensaba: "Prefiero una cura de sueño, porque el estómago se me va a convertir en un sembrado de úlceras". Lo curioso es que nadie contestaba a aquellas estupideces con la misma vehemencia con que eran expuestas, y así cobraban razón.

Parece ser (todas las noticias y sondeos van en ese sentido) que volverán las oscuras golondrinas, y por eso nadie quiere que aprendan su nombre. El talante de enfrentamiento ha cambiado. Para algunos, prepararse para el cambio es comulgar con ruedas de molino.

En resumidas cuentas, lo que más me preocupa de este asunto es la crueldad que destilan algunos de estos dirigentes. Se habla mucho del voto cautivo y del voto del miedo, pero escuchando a estas personas uno siente pánico. No miedo, mucho más que eso. Personas a las que no les importa lo más mínimo el prójimo, que no están dispuestas a consentir otra forma de vida más que la suya, porque eso significaría reconocer que han estado haciendo el tonto desde que nacieron. Y es verdad, pero nadie tiene la culpa. Nos van a redimir de nuestros pecados. Sin parpadear, con pulso firme, nos van a aplicar su penitencia.

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