El baile de mascaras como una de las bellas artes

Los curiosos admiraron el paso de los disfraces hacia el carnaval del Círculo

Por una noche se hizo posible sentirse el blanco de todas las miradas, como un artista en un estreno de Hollywood, al entraral baile de máscaras del Círculo de Bellas Artes. Grupos de curiosos hicieron pasillo en la noche del sábado y jalearon a los cerca de 900 asistentes que ascendieron al infierno de la segunda planta de la sede del Círculo, en la calle de Alcalá. A diferencia del carnaval callejero, no hubo alusiones críticas al Gobierno ni a la crisis.

Los mozart, dráculas y viudas negras acudieron como un solo hombre a los ritmos de pachanga y de los Beatles que reinaron du...

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Por una noche se hizo posible sentirse el blanco de todas las miradas, como un artista en un estreno de Hollywood, al entraral baile de máscaras del Círculo de Bellas Artes. Grupos de curiosos hicieron pasillo en la noche del sábado y jalearon a los cerca de 900 asistentes que ascendieron al infierno de la segunda planta de la sede del Círculo, en la calle de Alcalá. A diferencia del carnaval callejero, no hubo alusiones críticas al Gobierno ni a la crisis.

Los mozart, dráculas y viudas negras acudieron como un solo hombre a los ritmos de pachanga y de los Beatles que reinaron durante la noche. En el infierno, en la planta segunda, abundaron los ritmos fuertes; en el cielo, en la primera planta, los más salseros.La máscara permitía danzar y piropear sin complejos e inhibiciones, aunque el ligoteo se quedó la mayoría de las veces en la distancia y la mirada ardorosa. Y ello, a pesar de que la adopción del personaje de don Juan o del César ayudan a cometer algunos excesos. Carnavaleros sin disfraz dieron un toque de normalidad extraño a un baile en honor de Don Carnal. Abundaron las máscaras a lo veneciano, tan inquietantes.Con entradas a 7.000 pesetas y sin consumición -3.500 pesetas para los socios- se dio una ausencia total de personajes que hicieran críticas a la crisis o al Gobierno. Hubo quien echó de menos ver a algún Mario Conde que otro.

La plana mayor del Círculo de Bellas Artes -su presidente, Pedro García Ramos, y. el director, Enrique Baquedano- acudió a su gran fiesta.

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