Una madre estrangula con un cuerda a su hijo de nueve años e intenta acuchillar al otro

Cuando en la madrugada de ayer, Álvaro, de nueve años, despertó, una pesadilla le quitó el aliento. Su madre, Carmen García de la Santa, de 43 años, le estrangulaba hasta la muerte con una cuerda que luego tiraría a la basura. La mujer, con problemas psíquicos, también intentó, según la policía, acabar con la vida de su otro hijo, Mario, de 13 años. Esta vez, con un cuchillo de cocina. El niño, más corpulento que su hermano menor, pudo zafarse del demencial ataque tras recibir un leve corte bajo la tetilla izquierda, la del corazón. Después, Carmen García se atiborró de tranquilizantes y se se...

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Cuando en la madrugada de ayer, Álvaro, de nueve años, despertó, una pesadilla le quitó el aliento. Su madre, Carmen García de la Santa, de 43 años, le estrangulaba hasta la muerte con una cuerda que luego tiraría a la basura. La mujer, con problemas psíquicos, también intentó, según la policía, acabar con la vida de su otro hijo, Mario, de 13 años. Esta vez, con un cuchillo de cocina. El niño, más corpulento que su hermano menor, pudo zafarse del demencial ataque tras recibir un leve corte bajo la tetilla izquierda, la del corazón. Después, Carmen García se atiborró de tranquilizantes y se sentó en una cama a la espera de lamuerte. "¡Mamá, no te mueras! ¡Levántate! ¡Quiero que vivas! ¿Por qué has hecho esto?", le gritaba su hijo Mario. El lamento alertó a una vecina.Al llegar la policía al domicilio, Álvaro llevaba más de dos horas cadáver. La juez de guardia ordenó el inmediato ingreso de la madre en el hospital psiquiátrico de Carabanchel (Madrid). Los hechos sucedieron en un piso acomodado del barrio de Chamartín. Tras el suceso, Mario fue trasladado a un centro de acogida de menores de la Comunidad.

Los vecinos recordaban ayer que la mujer, que carecía de trabajo fijo, se había separado hacía cuatro años.

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La parricida sufría frecuentes depresiones

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La tragedia que ayer sacudió los pasillos del cuarto piso, letra D, del número 27 de la calle del Corazón de María emergió por los desesperados lamentos de Mario. Una vecina de la planta inferior oyó los gritos y, alarmada, llamó al 091 -Policía Nacional- y al servicio de ambulancias del Insalud. Eran las tres y media de la madrugada. Cuando la policía y los médicos llegaron al domicilio, el niño había salido del piso.

Andaba por el rellano de la escalera, vestido con un pijama granate. La puerta de su casa estaba cerrada. "¿Qué ha pasado?", le inquirían los agentes. El niño era incapaz de explicarse. Acababa de abandonar lo que había sido su hogar.

Los agentes forzaron la cerradura. Dentro, la madre se había recostado, según fuentes de la investigación, en la cama de su habitación. No presentaba lesiones externas, pero apenas podía hablar ni moverse. Se había tragado una caja de tranquilizantes, presumiblemente con el ánimo de suicidarse. Pese a ello, su estado no era grave, según una fuente médica.

El cadáver de Álvaro yacía en otra habitación -cada niño ocupaba una distinta-. Los médicos trataron sin éxito de reanimarlo. Las primeras exploraciones señalan que llevaba unas tres horas muerto.

Las causas y la reconstrucción exacta del homicidio permanecían ayer en el claroscuro de las pesquisas iniciales. Carmen García de la Santa, una mujer alta y morena, se había distanciado de su marido hace cuatro años y desde hacía dos estaban formalmente separados, según un vecino. La mujer carecía de trabajo fijo. Se dedicaba a dar clases particulares de matemáticas en su casa.

Mujer gelida

Los vecinos la recuerdan como una mujer fría, retraída, de difícil conversación en el ascensor. "Tenía problemas psíquicos y acudía a un psicólogo", comentó un conocido suyo. Otros vecinos indicaron que atravesaba frecuentes depresiones, aunque no especificaron el origen ni su índole. "La mujer quería suicidarse y llevarse por delante a los niños", indicó una vecina. El marido, según una fuente policial, declaró ayer que desconocía que su mujer sufriese desequilibrios mentales.

Nadie la vio maltratar a los críos. Por contra, los vecinos recordaban que cuidaba de ellos. La familia, según personas cercanas, vivía sin excesivos ahogos. El piso, de su propiedad, es una vivienda interior de unos 140 metros cuadrados. La casa luce numerosos libros. Las viviendas de este edificio -que dispone de portero- poseen cuatro dormitorios, un comedor, dos cuartos de baño y un servicio.

Tras la llegada de la policía, el hermano mayor fue conducido al centro de acogida de menores de Hortaleza, dependiente de la Administración autonómica. La madre, a las 4.30, fue trasladada en ambulancia al hospital psiquiátrico de la cárcel de Carabanchel. La juez ordenó levantar el cadáver de Álvaro sobre las siete de la mañana. Su cuerpo será incinerado. Este periódico trató ayer sin éxito de recabar la versión del padre de los niños.

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