Aulas abiertas a la calle

Un instituto organiza juegos deportivos para todo el vecindario además de los de sus alumnos

Por la cuesta suben los escolares. Pero no sólo ellos. El instituto del barrio de Bilbao, en Ciudad Lineal, es algo más que un centro docente. Su polideportivo sólo se vacía por la noche. Todas las tardes y los fines de semana estas instalaciones lectivas albergan un club de baloncesto. En él participan 160 chavales. Algunos son alumnos. Otros, simplemente vecinos del barrio.Esta actividad, basada en el voluntarismo de un grupo de profesores y estudiantes, es una avanzadilla de algo que el Ministerio de Educación asegura que empezará a potenciar desde enero: abrir los recintos escolares a su e...

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Por la cuesta suben los escolares. Pero no sólo ellos. El instituto del barrio de Bilbao, en Ciudad Lineal, es algo más que un centro docente. Su polideportivo sólo se vacía por la noche. Todas las tardes y los fines de semana estas instalaciones lectivas albergan un club de baloncesto. En él participan 160 chavales. Algunos son alumnos. Otros, simplemente vecinos del barrio.Esta actividad, basada en el voluntarismo de un grupo de profesores y estudiantes, es una avanzadilla de algo que el Ministerio de Educación asegura que empezará a potenciar desde enero: abrir los recintos escolares a su entorno.

Con frío, con calor, con lluvia o con niebla, los chavales acuden a entrenar. Ángel, de 15 años, juega con los cadetes. Admira a Michael Jordan y cree que ha aprendido a mane jar el balón. Irene y Nuria, de 16 años, llevan cinco años encestando. "Nunca hubiera pensado que iba a estar jugando al baloncesto, porque mis amigas el único deporte que hacen es ver partidos por la tele", matiza Irene.

La experiencia comenzó como una actividad extraescolar para alumnos del centro en 1986. Había un torneo municipal de baloncesto y un profesor se empeñó en presentar equipos. Pero para tener cantera hacía falta comenzar a entrenar a niños. Divulgaron la idea entre los colegios de primaria de la zona y cuajó.

Casi ocho años después, el club de baloncesto cuenta con 160 muchachos de edades entre los 10 y los 21 años. Hay 14 equipos, la mitad femeninos y la otra mitad masculinos. Los entrenamientos los organizan dos profesores y 22 ex alumnos ejercen de entrenadores. Todos colaboran sin cobrar un duro.

Francisco Sánchez, director del centro, explica que "con esta actividad se pretende abrir el centro escolar a este barrio, que tiene sólo una mínima infraestructura de ocio". Sánchez pide que a la ilusión se una el apoyo administrativo.

Los artífices de la idea son dos profesores, José Alberto Fernández, de 24 años, y Andrés Montero, de 31. "Te anima venir un día festivo por el barrio y ver a un montón de chavales en chándal con la camiseta del club", explican.

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Susana y Vicente, de 25 y 27 años, respectivamente, llevan un lustro como entrenadores. Aseguran que el contacto con los chavales es un atractivo irresistible.

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