Dos clientes matan al portero de una sala rociera y hieren a su compañero

Si 1994 entró de puntillas y sin molestar en Madrid, la segunda noche del año se llevó por delante a una mujer y disparó plomo a dos africanos. El cuerpo de la mujer, de unos 40 años, fue arrojado de madrugada, semi desnudo y empapado en sangre, en un solar de una calle del centro. Los dos africanos, porteros de una sala rociera de la calle de Orense, acabaron en el hospital: uno de ellos con un balazo en el pecho, que lo mató; el otro con el muslo trapasado y otra bala en la cabeza. Anoche se debatía entre la vida y la muerte. Dos clientes volvieron a por ellos después de que los porteros int...

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Si 1994 entró de puntillas y sin molestar en Madrid, la segunda noche del año se llevó por delante a una mujer y disparó plomo a dos africanos. El cuerpo de la mujer, de unos 40 años, fue arrojado de madrugada, semi desnudo y empapado en sangre, en un solar de una calle del centro. Los dos africanos, porteros de una sala rociera de la calle de Orense, acabaron en el hospital: uno de ellos con un balazo en el pecho, que lo mató; el otro con el muslo trapasado y otra bala en la cabeza. Anoche se debatía entre la vida y la muerte. Dos clientes volvieron a por ellos después de que los porteros intervinieran para defender a una chica, según la, versión policial.La brutal agresión sobre los dos porteros de la sala rociera Las Marismas, en la calle de Orense, tuvo lugar hacia las siete y media de la mañana de ayer. Horas antes, Gilberto. Araúca, de 29 años, y Luis, de 30 años, los dos vigilantes, habían discutido con varios hombres que se metieron con una chica, cliente habitual de la sala. Gilberto y Luis los echaron de la sala. Instantes después, según la versión policial, dos de los agresores volvieron al local.

Los camareros de la sala, que ayer estaban en el velatorio de Gilberto, no se enteraron de nada. Sólo oyeron los tiros. Salieron y se encontraron a Gilberto, un hombre fuerte (dos metros de estatura y unos 120 kilos de peso), tendido en el suelo. Luis también estaba herido. Los camareros trasladaron a Gilberto al hospital Clínico y alguien se llevó a Luis.

Según sus compañeros de trabajo, Gilberto tenía dos tiros en el pecho y varias puñaladas. Murió a las 14.40 horas, cuando los médicos le operaban. Su cuerpo fue trasladado ayer tarde al Instituto Anatómico Forense. Gilberto Joao llevaba un año trabajando en la sala, según sus compañeros, y nunca se había visto envuelto en pelea gratuita alguna. Se dedicaba a seleccionar el público cuando había actuaciones. "Ira muy majo, no era el típico portero chulo y rnató, aseguró uno de los trabajadores junto a los velatorios del Clínico.

Según fuentes de la Jefatura Superior de Policía, los dos agresores llevaban una pistola del calibre 22 cuando huyeron e iban armados también con uncuchillo. Los agentes encontraron varios casquillos en el suelo.

El otro africano, a quien la policía no considera el portero "oficial", Luis F., estaba en estado crítico en la UCI del hospital La Paz, con un tiro en la cabeza y otras graves heridas en el cuerpo. La policía custodiaba la cabecera de su cama y su esposa fue informada de que necesitaba una autorización del juez para visitarle. El hombre tiene antecedentes policiales y está buscado por la justicia.

Unas horas antes de que ocurriese esta agresión, alguien arrojó desde una furgoneta el cuerpo de una mujer de 39 años, semidesnudo y ensangrentado, en un solar de la calle de los Tres Peces, en el distrito Centro.

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Un vecino oyó ruidos, sobre las siete de la mañana, según explicó la policía. Salió de su casa y se encontró el cadáver en un solar de la calle, próxima a la glorieta de Antón Martín. La mujer, identificada ayer por los investigadores como la argentina Ana Sepúlveda, tenía una puñalada en la espalda y signos de violencia en su cuerpo.

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Buenos trabajadores

La policía vigila en la unidad de cuidadosintensivos al africano herido

Los amigos de Luis y de Gilberto también aseguran que ambos eran personas excelentes: "Ninguno de los dos portaba- armas y sabían llevaban el control de la puerta perfectamente", aseguró un familiar. Otro amigo cuenta que los presuntos agresores ya habían tenido algún problema con los porteros. Según esta persona, que prefiere no identificarse, los homicidas no fueron dos personas, sino más. Y lo razonan: "Para poder con Luis y con Gilbert tan pocas personas no eran suficientes".

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