Cartas al director

Película de terror

Mañana lluviosa. Neblina. Frío. Un grupo de unas veinte personas esperan ateridas bajo sus paraguas en la embarrada cuesta de un cementerio a que los sepultureros depositen ante ellos los restos de familiares, reclamados una vez ex,traídos de las sepulturas temporales donde han reposado durante los 10 años prescritos. El trámite exige la presencia de un familiar. En el aire flota un olor a tierra mojada putrefacta. Los sepultureros van llegando sucesivamente con su macabra carga, que ,depositan sobre el barro a los pies de todos los allí presentes y llaman por el nombre del difunto para que el...

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Mañana lluviosa. Neblina. Frío. Un grupo de unas veinte personas esperan ateridas bajo sus paraguas en la embarrada cuesta de un cementerio a que los sepultureros depositen ante ellos los restos de familiares, reclamados una vez ex,traídos de las sepulturas temporales donde han reposado durante los 10 años prescritos. El trámite exige la presencia de un familiar. En el aire flota un olor a tierra mojada putrefacta. Los sepultureros van llegando sucesivamente con su macabra carga, que ,depositan sobre el barro a los pies de todos los allí presentes y llaman por el nombre del difunto para que el familiar en cuestión se acerque si lo desea a identificarla. En unos casos llegan con cestas, un revoltijo informe de huesos y arena. En otros, el bulto conserva aún las proporciones del -cuerpo. "Ese también-viene entero", se oye comentar. Tras el reconocimiento, el sepulturero desdobla una impecable sábana y envuelve en ella los restos, que a continuación introduce en una especie de fiambreras de plástico con una cruz en la tapa y diferentes tamaños según las necesidades. Cada cual se va con su fiambrera chorreante y frágil bajo el brazo o ayudados si las dimensiones así lo requieren.No es la escena de ninguna película de terror. Ha tenido lugar un día de noviembre en el cementerio de la Almudena, de Madrid. ¿No se le ocurre al Ayuntamiento una forma más humana o aséptica, cuando menos, que sea menos denigrante para el difunto y menos desagradable para los familiares que han optado por pasar este mal trago de llevar a cabo esta operación, por otra parte, muy bien cobrada? Para empezar, no estaría mal un lugar cubierto donde guarecerse del frío y la lluvia durante tan siniestra espera.

Juan Manuel Álvarez. .

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