El Gobierno quiere eliminar los 'puentes' en 1995

El Gobierno está decidido a acabar con los puentes en 1995 y para ello abrirá, en fechas próximas, un debate con la Conferencia Episcopal y con las comunidades autónomas. El subsecretario del Ministerio de Trabajo, Carlos Navarro, reconoce la dificultad de trasladar todas las fiestas a los lunes, ya que "hay intereses en juego que siempre lo han impedido". La realidad es que ningúnpaís de nuestro entorno se permite el lujo de echar el cierre durante varios días seguidos, pero también es cierto que hay sectores de la economía española que pueden así hacer su agosto varias veces al año.

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El Gobierno está decidido a acabar con los puentes en 1995 y para ello abrirá, en fechas próximas, un debate con la Conferencia Episcopal y con las comunidades autónomas. El subsecretario del Ministerio de Trabajo, Carlos Navarro, reconoce la dificultad de trasladar todas las fiestas a los lunes, ya que "hay intereses en juego que siempre lo han impedido". La realidad es que ningúnpaís de nuestro entorno se permite el lujo de echar el cierre durante varios días seguidos, pero también es cierto que hay sectores de la economía española que pueden así hacer su agosto varias veces al año.

Hace unos años, el Gobierno intentó cambiar de día la fiesta de la Inmaculada para que no se produjera el largo puente de la primera semana de diciembre. Gran escándalo nacional. Carlos Navarro, entonces director general de Trabajo con Manuel Chaves como titular del departamento, lo recuerda todavía sorprendido: "Se movilizó la Iglesia, determinados medios de comunicación pusieron el grito en el cielo... El Gobierno se quedó solo y no hubo más remedio que echar marcha atrás".Ahora está decidido a que 1994 sea el último año en que habrá puentes -el calendario laboral del año próximo ya está aprobado- "porque la legislación permite al Gobierno trasladar las fiestas a los lunes", explica Navarro. El Estatuto de los Trabajadores así lo permite para todas las fiestas de ámbito nacional salvo La Natividad del Señor (25 de diciembre), Año Nuevo (1 de enero) y Fiesta del Trabajo (1 de Mayo) y "aquellas otras que por su arraigo local deban disfrutarse en el día de su fecha". Es decir, que sí serían trasladables, por ley, fiestas como las de la Inmaculada (8 de diciembre), la Epifanía (6 de enero) o San José (19 de marzo).

Discrepancias

Es, sin duda, un ejemplo extremo pero ¿alguien se imagina que los Reyes puedan venir el 3 de enero [el año próximo cae en lunes] en lugar de la noche del día cinco? Éste es precisamente el argumento que esgrime la Conferencia Episcopal. Su secretario general, Monseñor Sánchez, acusa al Gobierno de moverse únicamente por criterios economicistas y no tener en cuenta que las fiestas "pertenecen a la cultura social y religiosa de los pueblos". Se manifiesta, no obstante, a favor de "sentarse en una mesa a dialogar". En estas conversaciones "hay que incorporar la voz del pueblo, con el que parece que no se cuenta nunca", apostilla.

El pueblo, como dice el señor obispo, lo tiene muy claro. Cuantos más puentes, mejor. Habrá sentimientos religiosos, pero ¡es tan apetecible coger a la familia y disfrutar de unas mini vacaciones en medio de la vorágine! "No es que ahora nos vayamos a poner en plan calvinista", explica Navarro, "pero es que no tiene sentido que, de vez en cuando, el país se pare durante cuatro o cinco días".

La patronal guipuzcoana, Adegui, ha calculado en 300.000 millones el coste de cerrar el país durante el puente de la Inmaculada o de la Constitución -según credos- Su secretario general, José María Ruíz Urchegui, señala: "Parece que nos importa un pimiento el mercado; damos por ahí fuera una imagen de muy poca seriedad". Y añade que "hay gran número de industrias a las que parar y arrancar máquinas les supone un coste importante que debería evitarse". Así ocurre en diciembre, "mes en el que, además, las empresas tienen que afrontar la paga extraordinaria y las obligaciones fiscales de final de año".

Pedro Revilla, responsable de la elaboración del índice de producción industrial del Instituto Nacional de Estadística, maneja los datos de 9.000 empresas y confirma que diciembre es, después del de agosto, el mes de más baja producción del año, debido a que tiene las fiestas de la Navidad y el famoso puente. El año próximo el puente de la Constitución más la Imaculada será un verdadero acueducto ya que las fiestas caen en martes y jueves respectivamente, según el calendario laboral ya aprobado.

Ésta no deja de ser una feliz coincidencia para algunos sectores económicos. El turismo, por ejemplo. La gente cuando tiene tiempo gasta más, sale de viaje , come en restaurantes, echa más gasolina, viaja en avión... Como explica Félix Arévalo, secretario general de la asociación de Agencias de Viaje (AEDAVE), "estamos hablando de un sector, el del turismo, que emplea al 11,6% de la población ocupada y supone el 9% del producto nacional". Según Arévalo, en los dos últimos puentes -octubre y diciembrelas ofertas de las agencias de viajes se han cubierto al cien por cien "a pesar de la crisis".

El secretario general de Turismo, Fernando Panizo, piensa por el contrario que sería mejor trasladar todas las fiestas a los lunes de forma que se pueda diversificar la oferta y evitar los inconvenientes de los desplazamientos masivos. Los hoteleros de Zontur (patronal de las cadenas hoteleras), también creen que es mejor que las fiestas se repartan "ya que hay días que estamos a rebosar y otros, muy por debajo de nuestra capacidad", según explica su secretario general, Pedro Pacual.

Sectores beneficiados

Hay otros sectores, como por ejemplo el del automóvil, atacados de lleno por la crisis, a los que les viene de perlas que haya puentes porque les sirve para aligerar stocks (mercancía almacenada). Miguel Aguilar, gerente de la patronal del sector, afirma que "mientras persista la crisis, los puentes no vienen mal porque tenemos unas capacidades de producción y humanas sobredimensionadas".

En General Motors, por ejemplo, una de las pocas empresas del sector no sometida a regulación de empleo, se ha llegado a un acuerdo con los trabajadores para fabricar un puente artificial. Según este acuerdo, los trabajadores juntarán los cuatro días de libranza que tienen al año en enero, en lugar de tomarlos salteados a lo largo del año.

Las empresas que tienen cauces de diálogo con sus trabajadores procuran organizar los turnos de trabajo de acuerdo con las necesidades del mercado y no en función de las fiestas. Así, por ejemplo, Freixenet ha pactado que la mayoría de las fiestas se hagan en la primera mitad del año, mientras que en la segunda parte se trabaja a tope para atender la campaña de Navidad, como explica su director general José Luis Bonet.

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