Se entregan a la policía los dos atracadores que tomaron como rehenes a 4 miembros de una familia de Vallecas

A las 3.15 de la madrugada de hoy se entregaron a la policía los dos atracadores que durante 13 horas mantuvieron como rehenes a cuatro miembros de una familia de Vallecas. Antes de poner fin a su dramática aventura, los asaltantes, Eleuterio Sánchez Campo y Carlos Hugo Blasco García, discutieron entre sí y, al parecer, se hirieron mutuamente en el interior de la vivienda donde se habían refugiado huyendo de los agentes que les perseguían.Esta dramática peripecia había comenzado a las dos de la tarde, cuando dos toxicómanos asaltaron una sucursal de Cajamadrid en la avenida de la Albufera. Rec...

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A las 3.15 de la madrugada de hoy se entregaron a la policía los dos atracadores que durante 13 horas mantuvieron como rehenes a cuatro miembros de una familia de Vallecas. Antes de poner fin a su dramática aventura, los asaltantes, Eleuterio Sánchez Campo y Carlos Hugo Blasco García, discutieron entre sí y, al parecer, se hirieron mutuamente en el interior de la vivienda donde se habían refugiado huyendo de los agentes que les perseguían.Esta dramática peripecia había comenzado a las dos de la tarde, cuando dos toxicómanos asaltaron una sucursal de Cajamadrid en la avenida de la Albufera. Recluyeron a una veintena de clientes tras las mamparas y se llevaron el dinero disponible en las ventanillas. Cuando salían huyendo, la policía les persiguió. Se refugiaron 100 metros más allá, en el portal número 10 de la calle de Luis Buñuel. Llamaron a una puerta del séptimo piso diciendo que era el cartero, y una niña les abrió. Era Elena Sanandrés, de 12 años. Con ella estaban su madre, María Ángeles; su hermano, Luis, de 7 años, y su bisabuelo, Amalio Sanandrés, de 87 años. Todos quedaron secuestrados.Los atracadores pidieron a la policía cuatro gramos de heroína, un teléfono móvil -la casa no tiene línea- y un coche. Les dieron el teléfono, y todo indica que también la droga, aunque la policía lo negaba ayer.Lá espera del desenlace fue larga y tensa. Desde la calle resultaba imposible apreciar siquiera los balcones del séptimo piso, envueltos en la niebla. Desde el patio interior de esa planta, al que accedió un redactor de EL PAÍS, la ventana de la habitación con los rehenes se veía con claridad, a seis metros de distancia.A la una menos veinte llegó al portal Juan Antonio Sanandrés, el cabeza de familia, un camionero de 33 años. Su hermano Luis le contó lo sucedido, y él dio un puñetazo en el camión. Minutos después conversaba en un bar cercano con su padre, Antonio, de 60 años. "Vengo con 800 kilómetros encirna", le decía, 11 me he levantado a las cinco de la mañana y ahora me encuentro con esto. No hay derecho. Ya que no tenemos nada, ¡que nos dejen vivir en paz!".El País Madrid / 1, 3 y 4

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