Cartas al director

¡Soy un pacato!

Me dirijo a usted para expresar mi opinión de joven. Hace no mucho, una amiga me descubrió la palabra "pacato", utilizándola peyorativamente y asegurándome su más que profusa difusión: "¿Dónde has estado metido estos 18 años?".El sábado 20, en esa sección de aprendizaje de técnicas descriptivas que lleva el señor Albert en su periódico camuflada de crítica televisiva, encontré de nuevo la palabra en cuestión, usada de modo peyorativo ("Las novatas más pacatas se lo montan meneando sus pompones... "); o sea, que mi amiga tenía razón.

El real diccionario me susurra al oído que pacato es u...

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Me dirijo a usted para expresar mi opinión de joven. Hace no mucho, una amiga me descubrió la palabra "pacato", utilizándola peyorativamente y asegurándome su más que profusa difusión: "¿Dónde has estado metido estos 18 años?".El sábado 20, en esa sección de aprendizaje de técnicas descriptivas que lleva el señor Albert en su periódico camuflada de crítica televisiva, encontré de nuevo la palabra en cuestión, usada de modo peyorativo ("Las novatas más pacatas se lo montan meneando sus pompones... "); o sea, que mi amiga tenía razón.

El real diccionario me susurra al oído que pacato es un adjetivo, proveniente de una palabra latina que significa pacificar, definido como "de condición nimiamente (es decir, exageradamente, minuciosamente) pacífica, tranquila y moderada".

Un idioma es el reflejo de su sociedad, la mayoría crea la regla y marca las excepciones, y la calle convierte éstas en algo negativo. Pues bien, si el ser pacífico, tranquilo y moderado es algo negativo, no dudo lo que se considerará normal y hasta positivo ser. Y me asusta la idea. Amiga mía, ¡soy un pacato!-

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