Los restaurantes combaten la crisis con la comida barata y divertida

Música, bromas, desenfado. Todo es posible en cierto tipo de restaurantes que intentan combatir la crisis dando algo más que comida: diversión. Estos establecimientos, algunos de ellos de potentes cadenas americanas, están reñidos con la formalidad y los tradicionales conceptos gastronómicos. Prefieren el trato amistoso, la comida informal y la marcha trepidante. Todo ello aderezado con bajos precios.

La idea no es nueva para los americanos, resulta familiar para los europeos y, de un tiempo a esta parte, hace furor en Madrid. Este tipo de restaurantes ha encontrado la fórmula contra la...

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Música, bromas, desenfado. Todo es posible en cierto tipo de restaurantes que intentan combatir la crisis dando algo más que comida: diversión. Estos establecimientos, algunos de ellos de potentes cadenas americanas, están reñidos con la formalidad y los tradicionales conceptos gastronómicos. Prefieren el trato amistoso, la comida informal y la marcha trepidante. Todo ello aderezado con bajos precios.

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La idea no es nueva para los americanos, resulta familiar para los europeos y, de un tiempo a esta parte, hace furor en Madrid. Este tipo de restaurantes ha encontrado la fórmula contra la crisis; tanto, que para conseguir mesa hay que reservar con dos o tres días de antelación.En La Cava del Loco, ubicado en una callejuela del Madrid antiguo, lo saben bien. Fueron los pioneros, hace unos nueve años, de este tipo de oferta. La estrambótica decoración (mesas en el techo y sillas en las paredes) ya es una sorpresa. Luego, un atento camarero, disfrazado de indio, cirujano o algo por el estilo, ofrece una carta en la que todos los apartados están trastocados. Durante la velada, los camareros pueden servir una jarra de cerveza de pega o arrojar un pescado -¡de plástico!- a la cara. Se recomiendan dos cosas: pedir una mesa cerca del baño -la razón es absolutamente secreta- y evitar llamar por teléfono.

En el gran letrero que preside la entrada de El Cuchi, en el Arco de Cuchilleros, se lee: "Hemingway nunca comió aquí". Traspasar el umbral de este restaurante puede convertirse en una delirante fantasía. El ambiente de broma se inicia en la pequeña barra de entrada y continúa a través de los recovecos de su intrincada construcción. Extranjeros sorprendidos y mucha gente joven intentan que los marchosos camareros no les den el coscorrón, una bebida a base de tequila y Sprite que, para degustarla genuinamente, debe haber sido golpeada previamente en plena coronilla del cliente. Para evitar males mayores ponen un casco al ávido bebedor.

EI 'coscorrón'

El Sí Señor es la segunda línea de restaurantes de esta cadena americana a la que también pertenece El Cuchi. Adentrarse en él y empezar a vivir la vorágine es todo uno. El coscorrón se repite al toque de silbato, los camareros sonríen mientras sirven -impecablemente- y clientes espontáneos bailan al son de Juan Luis Guerra.En Friday's ofrecen todo lo contrario a lo que podría ser la dieta mediterránea, lo que no es extraño, ya que se trata de una cadena americana. Aunque no organizan celebraciones, la tónica es la misma: camareros jóvenes, que incluso se sientan a la mesa para tomar nota, comida tex-mex, música alta y animación generalizada. De cinco a ocho de la tarde, en la Happy Hour, es el momento para elegir entre más de 300 cócteles a mitad de precio.

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En el restaurante Tropical puede llegar la apoteosis si se coincide con los días de las fiestas. Mientras se degusta una cocina entre caribeña y africana, un cantante entona una canción al revés, un ballet se marca unas danzas tribales y se organizan concursos entre el personal. Uno de ellos consiste en tomar la especialidad de la casa, el Pepe Soup, por parejas mientras se baila. Aquí lo difícil radica en comer este pescado plagado de espinas.

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