CRISIS DE ESTADO EN RUSIA

Nazis contra Yeltsin

La Unidad Nacional Rusa aspira a implantar un régimen totalitario

Entre las fuerzas con que cuentan los parlamentarios opuestos a Borís Yeltsin destacan por su disciplina unos jóvenes de uniforme caqui que llevan en el hombro una cruz de color rojo que parece una esvástica. La semejanza no es casual: se trata de los nazis rusos, nacionalistas y antisemitas rabiosos. Desde que aparecieron, a la caída del régimen comunista, han actuado abiertamente, sin que se les haya puesto ningún impedimento para entrenarse militarmente y divulgar una literatura racista que en cualquier otro país hubiera sido prohibida. El Gobierno de Yeltsin ha ignorado a estos nazis, dejá...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Entre las fuerzas con que cuentan los parlamentarios opuestos a Borís Yeltsin destacan por su disciplina unos jóvenes de uniforme caqui que llevan en el hombro una cruz de color rojo que parece una esvástica. La semejanza no es casual: se trata de los nazis rusos, nacionalistas y antisemitas rabiosos. Desde que aparecieron, a la caída del régimen comunista, han actuado abiertamente, sin que se les haya puesto ningún impedimento para entrenarse militarmente y divulgar una literatura racista que en cualquier otro país hubiera sido prohibida. El Gobierno de Yeltsin ha ignorado a estos nazis, dejándoles las manos libres, sin sospechar que en cualquier momento se le puede pasar factura por esa negligencia."Estamos defendiendo la Casa Blanca porque para nosotros es el mal menor", explicaba horas antes de los combates de ayer, paseándose frente al edificio del Parlamento, el líder de los nazis rusos, Alexandr Barkashov, acompañado por tres gigantes con uniforme caqui.

Más información

La Unidad Nacional Rusa (UNR), que dirige Barkashov, tenía un centenar de hombres en el Parlamento. Su cuartel lo instalaron en dos pisos del edificio de tres plantas que hay frente a la Casa Blanca. Allí descansaban y dormían después de haber hecho el turno correspondiente en el interior de la Casa Blanca. Barkashov asegura que trabaja en el estado mayor de Vladislav Achálov, el ministro de Defensa paralelo nombrado por el vicepresidente Alexándr Rutskói.

El jefe nazi dice que entre "la dictadura de Yeltstin y la dirección colectiva del Sóviet Supremo", ha elegido la segunda opción, como medida de supervivencia: "Yeltsin nos expulsará a la clandestinidad". Los temores de Barkashov se deben a que "si Yeltsin gana, pronto comenzará a prohibir las organizaciones que no son del gusto de su entorno y como éste es totalmente no ruso, nuestra organización será la primera que prohibirá".

Lucha armada

"El único camino que nos quedará entonces será la lucha armada. Ya ahora estamos preparados para ella", confiesa Barkashov, quien agrega que prefiere evitarla ya que "desde un punto de vista político nuestras perspectivas hoy son magníficas".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La UNR fue creada hace tres años, cuando los nacionalistas más radicales abandonaron el Frente Nacional-Patriótico Pámiat. Barkashov, que dirigió la escisión, era miembro de la jefatura de Pámiat, en donde era el responsable por "la educación militar-deportiva y patriótica de la juventud, la seguridad durante las manifestaciones y la edición y divulgación de materiales ideológicos".

Este ideólogo y jefe paramilitar cuenta con miles de partidarios. Estos se dividen en tres categorías, según Andréi Pleshkov, un comandante de grupo: los que comparten la idea; los compañeros que ayudan, y los correligionarios. Esta última categoría es la que constituye la espina dorsal del movimiento, su fuerza de choque. Son gente que a la primera orden de la dirección de la UNR dejan todo y acuden adonde se les manda. Todos los correligionarios deben "dominar a la perfección la ideología nacionalista", saber algunas artes marciales y "manejar la pistola y el kaláshnikov".

La UNR, confiesa Pleshkov, alquila salas de tiro y gimnasios para entrenar a sus hombres. Aunque no da cifras de militantes, Pleshkov dice que la organización tiene filiales en 350 ciudades de Rusia. "Ahora defendemos al Sóviet Supremo, pero cuando tomemos el poder no habrá sóviets, habrá un simple sistema totalitario. Somos el último bastión contra la dictadura directa del sionismo", sentencia Pleshkov.

Archivado En