Tribuna:

Jugar al yo-yo

Hay muchas formas de disputar un partido. Está el estilo rodillo. Otro es el de chuparruedas, que consiste en estar agazapado para ponerse por delante justo al final. Se puede ver sin dificultad el de dos tiempos, una parte en la que juegas mal, y otra en la que te recuperas. 0 viceversa. Y también, de vez en cuando,, aparece el estilo yo-yo, el utilizado por España para doblegar a los bosnios.El estilo yo-yo se basa en no desarrollar la misma calidad, ritmo e intensidad durante más de cinco minutos seguidos. A una fase de acierto ofensivo, recuperaciones defensivas y claridad de ideas, siempr...

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Hay muchas formas de disputar un partido. Está el estilo rodillo. Otro es el de chuparruedas, que consiste en estar agazapado para ponerse por delante justo al final. Se puede ver sin dificultad el de dos tiempos, una parte en la que juegas mal, y otra en la que te recuperas. 0 viceversa. Y también, de vez en cuando,, aparece el estilo yo-yo, el utilizado por España para doblegar a los bosnios.El estilo yo-yo se basa en no desarrollar la misma calidad, ritmo e intensidad durante más de cinco minutos seguidos. A una fase de acierto ofensivo, recuperaciones defensivas y claridad de ideas, siempre le corresponde otra de espesor mental, gentilezas en la defensa de la propia canasta y ofuscación a la hora de mirar el aro contrario. Ante una exhibición del juego del yo-yo como hizo ayer el equipo español, nos encontramos en el momento de sacar consecuencias.

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Hay motivos suficientes para ser optimistas. Acabada la época tenebrosa, donde cualquier enemigo merecía el mismo tratamiento que los Bulls de Chicago, España destila una ausencia total de crispación.

Poniéndonos sombríos se encuentran peros de cierta importancia. Peligrosa tendencia de los hombres interiores a nutrir rápidamente su casillero de faltas personales, demasiados minutos con evidente desequilibrio entre el juego interior y exterior, débil rebote ofensivo o corriente alterna en el motor defensivo.

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