Tribuna

El mercado de la Plaza Mayor de León

Habla una señora enrefajada, manos agrietadas, coloradota, venida de Torneros del Bernesga, heredera pulcra de aquellas mujeres cocineras y labradoras, hijas de la tierra de maragatería, donde la llamada tía puta, un día normal de su endemoniada vida, les pidió a los clientes de su taberna: "Esperar un momentín que voy a parir". Y se fue al trastero de la taberna, y parió. Y retornó y sirvió un cuarterón de aguardiente al cliente de turno. Recuerda el suceso la señora de hoy, en la Plaza Mayor de León, mientras ofrece lechugas "venidas directamente de la huerta". Ella prefiere la histor...

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Habla una señora enrefajada, manos agrietadas, coloradota, venida de Torneros del Bernesga, heredera pulcra de aquellas mujeres cocineras y labradoras, hijas de la tierra de maragatería, donde la llamada tía puta, un día normal de su endemoniada vida, les pidió a los clientes de su taberna: "Esperar un momentín que voy a parir". Y se fue al trastero de la taberna, y parió. Y retornó y sirvió un cuarterón de aguardiente al cliente de turno. Recuerda el suceso la señora de hoy, en la Plaza Mayor de León, mientras ofrece lechugas "venidas directamente de la huerta". Ella prefiere la historia de su tierra y de sus gentes: "Esos rapaces tan guapos, como Aznar y Felipe, dan coraje; son unos ladrones, nada más".Desde el siglo XVII, la Plaza Mayor de León es escenario de la vida. Fue palenque de hechos de armas, fue plaza de toros, fue espacio guerrero, fue rollo de justicia. Y fue y es actualmente mercado de gentes de pueblo. Azadinos es uno del centenar de pueblos de la redondada que los miércoles y los sábados de todas las semanas del año, con nieves o con sudores, hacen el mercado de la Plaza Mayor leonesa. Azadinos es el cabeza de cartel de esta historia de elecciones y de lechugas; su aldeano mayor, cuando tenía 13 años, ya vino por primera vez a hacer el mercado de la Plaza Mayor; ahora ya va camino de los 67 y aquí sigue, ofreciendo setas, apio, tomates y perejil. El hombre de Azadinos no nota la crisis: "A nosotros ya nos mataron los supermercados; antes vendíamos carros y carros de berzas y, ahora, para vender 100 kilos hay que echar una instancia".

¿Y Felipe?: "A mí qué más me da, no sé ni si voy a votar". Más de 50 veces se ha escuchado otro tanto esta mañana en la plaza; los miércoles y los sábados, ésta no es tierra de voto. La señora Josefa, con más de 50 años en su cara, vende lechugas y recuerda: "Mis abuelos murieron los dos a los 99 años y vinieron al mercado toda la vida". Un corsetero, sobre una mesa, ofrece la mercancía justo bajo una pintada de la pared que reza: "Putas, mestizos y negros al agujero". Flores, quincallería, sacos de lentejas, charla animada en la plaza y calles de la contorna cargadas de siglos y de historias: calle de Azabacherías, calle Plegarias... ¿Y Felipe y Aznar?: "Ésos son señoritos, viven todos bien; pero a mí me conviene que salga Aznar para que no haya tanta sinvergüencería". Aquí aún se emplea la romana y no la báscula: "Es lo más justo". ¿Y las elecciones?: "Pero esto qué es, nunca se había visto cosa así, y usted seguro que es un policía, o uno de esos del cuento de la estampita".

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