Los alumnos de la Universidad Carlos III celebraron sin incidentes la Fiesta de la Solidaridad

Los alumnos de la Universidad Carlos III, de Getafe (5.000 estudiantes inscritos), celebraron ayer un festejo distinto a los dos organizados en la Autónoma y la Politécnica para conmemorar la primavera. La solidaridad primó sobre el abuso del alcohol. El objetivo de la celebración era recabar fondos para una escuela en Centroamérica.

Era la primera fiesta de la universidad más joven de Madrid. Los organizadores, la asociación de estudiantes Solidaridad Internacional, pretendían obtener un millón de pesetas para su proyecto de escolarización. De ningún modo querían repetir el ejemplo...

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Los alumnos de la Universidad Carlos III, de Getafe (5.000 estudiantes inscritos), celebraron ayer un festejo distinto a los dos organizados en la Autónoma y la Politécnica para conmemorar la primavera. La solidaridad primó sobre el abuso del alcohol. El objetivo de la celebración era recabar fondos para una escuela en Centroamérica.

Era la primera fiesta de la universidad más joven de Madrid. Los organizadores, la asociación de estudiantes Solidaridad Internacional, pretendían obtener un millón de pesetas para su proyecto de escolarización. De ningún modo querían repetir el ejemplo de las recientes fiestas de la Autónoma y la Politécnica, que dejaron una estela de borracheras y basura en los campus universitarios. "Hemos limitado el alcohol duro a unas 2.000 copas", explicaba el presidente del grupo, Carlos Morales. El servicio de orden estuvo formado por unos 200 estudiantes, incluido el equipo de rugby universitario.Amén de las copas, la fiesta incluyó rifas, concurso de mus, gincana, concierto y una conferencia del secretario de Estado para la Cooperación Internacional, Inocencio Arias. Éste explicó a un centenar de universitarios que la ayuda al desarrollo otorgada desde los países ricos -"y España es uno de ellos"- es poca y casi siempre está sujeta a los intereses de la política exterior.

A mediodía, unos 500 estudiantes participaban en el evento. La paella -un plato y un vaso de sangría por 200 pesetas- escaseaba, pero no el buen humor. El clima era de tranquilidad. Ya por la noche, la música animó el ambiente. El rector, Gregorio Peces-Barba, se lamentaba de que se informe más de las fiestas que de la vida universitaria.

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