Detenidos dos falsos policías de "moral y costumbres"
Dos hombres, de 65 y 63 años (Félix P. R. y Gregorio C. M.), fueron detenidos el pasado martes por presunto delito de usurpación de funciones, según informaron fuentes policiales.La policía sospechaba que dos hombres de edad avanzada podrían estar dedicándose a chantajear a homosexuales en un cine de la calle de Carretas. Los agentes establecieron un servicio de vigilancia en ese establecimiento durante un par de días. Al segundo, vieron cómo dos individuos se acercaban a un espectador. Uno de ellos extraía del bolso posterior una cartera, que mostraba a esa persona. A continuación, los tres a...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Dos hombres, de 65 y 63 años (Félix P. R. y Gregorio C. M.), fueron detenidos el pasado martes por presunto delito de usurpación de funciones, según informaron fuentes policiales.La policía sospechaba que dos hombres de edad avanzada podrían estar dedicándose a chantajear a homosexuales en un cine de la calle de Carretas. Los agentes establecieron un servicio de vigilancia en ese establecimiento durante un par de días. Al segundo, vieron cómo dos individuos se acercaban a un espectador. Uno de ellos extraía del bolso posterior una cartera, que mostraba a esa persona. A continuación, los tres abandonaban la sala.
Durante unos minutos caminaron por las calles de los alrededores mientras charlaban. Los funcionarios intervinieron para identificar a los tres. El espectador era un ciudadano argentino de paso por Madrid; los otros dos, Félix P. R. y Gregorio C. M., eran quienes habían abordado al anterior. Gregorio llevaba una cartera, tipo billetero, con la placa preconstitucional de la policía.
En la calle, Félix y Gregorio, le indicaron al argentino que eran policías de "moral y costumbres". Después de diversas explicaciones sobre la clase de lugar en que se encontraba, le advirtieron que podía corresponderle una larga condena. Además tenían que comunicar su detención a la Embajada de su país. Le sugirieron que con un donativo de 300.000 pesetas se podría arreglar el problema.