El Papa beatifica a la fundadora de las escolapias

"Quiera Dios que, por su intervención y ejemplo, la acción educativa de la Iglesia con la niñez y la juventud reciba un decidido impulso, que dé nueva vitalidad a las raíces cristianas de la noble nación española", dijo ayer Juan Pablo II en su homilía de la misa de beatificación de Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, fundadora de las escolapias.

Cerca de 100.000 personas concurrieron a la plaza de San Pedro en una ceremonia en la que también fueron beatificados el franciscano napolitano Ludovico de Casoria, un presbítero y dos monjas polacas. Polacos y españoles integraban...

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"Quiera Dios que, por su intervención y ejemplo, la acción educativa de la Iglesia con la niñez y la juventud reciba un decidido impulso, que dé nueva vitalidad a las raíces cristianas de la noble nación española", dijo ayer Juan Pablo II en su homilía de la misa de beatificación de Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, fundadora de las escolapias.

Cerca de 100.000 personas concurrieron a la plaza de San Pedro en una ceremonia en la que también fueron beatificados el franciscano napolitano Ludovico de Casoria, un presbítero y dos monjas polacas. Polacos y españoles integraban el grueso de esta asistencia especialmente nutrida. La delegación oficial polaca estuvo presidida por el jefe de Estado, Lech Walesa.

Nacida en Arenys de Mar, (Barcelona), el 11 de octubre de 1799, y fallecida el 26 de febrero de 1889 en Olesa, la nueva beata española fundó la primera orden religiosa dedicada exclusivamente a la educación de la mujer, bajo la dirección de San José de Calasanz, fundador de las Escuela Pías. Los primeros centros escolapios femeninos se abrieron en Cataluña, aunque las hijas de María o escolapias tienen hoy colegios por todo el mundo.

"Quiero salvar a las familias", repetía insistentemente Paula Montal, según recordó ayer el Papa. "Contando sólo 'con cuarenta reales en el bolsillo', como dice la historia, abrió la primera escuela de niñas para enseñarles, sobre todo, el amor de Dios y la dignidad de la mujer como futura madre de fámilia", destacó.

Presentes en la plaza de San Pedro estuvieron numerosos judíos, que lucían estrellas de David amarillas en las solapas como recuerdo del aniversario de la insurrección del gueto de Varsovia. Las autoridades les habían desaconsejado que se reunieran en otra zona de Roma por razones de seguridad relacionadas con los referendos que ayer se celebraron en Italia.

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