El nuevo rico y la columnista

"Mis compañeros me obligan a decirles que yo salvé el New York Post", escribía ayer en su columna de cotilleo Cindy Adams. Con esta frase Cindy comenzaba el relato de un largo domingo en el que recorrió todos los teléfonos de su agenda, desde sus amigos ricos hasta sus amigos "suficientemente listos como para tener amigos millonarios", en un intento de dar con un salvador para su periódico. "Mi marido y yo llamamos a cualquier persona que tuviera una remota posibilidad de conocer aun inversor explicó antes de añadir con su peculiar estilo: "La televisión ya nos estaba dando por muertos ...

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"Mis compañeros me obligan a decirles que yo salvé el New York Post", escribía ayer en su columna de cotilleo Cindy Adams. Con esta frase Cindy comenzaba el relato de un largo domingo en el que recorrió todos los teléfonos de su agenda, desde sus amigos ricos hasta sus amigos "suficientemente listos como para tener amigos millonarios", en un intento de dar con un salvador para su periódico. "Mi marido y yo llamamos a cualquier persona que tuviera una remota posibilidad de conocer aun inversor explicó antes de añadir con su peculiar estilo: "La televisión ya nos estaba dando por muertos y enterrados y nosotros seguimos telefoneando hasta poderles decir: Lo sentimos por vosotros, bastardos, pero hemos salvado al Post".A través del poderoso empresario de relaciones públicas, Howard Rubenstein, Cindy Adams puso en contacto al actual propietario Peter Kallkow con el nuevo inversor Steven Hoffenberg. El hombre que se hará cargo de la crisis es un desconocido en los ambientes sociales de Nueva York, pero no por ello poco exitoso. Hoffenberg empezó en 1972 con 2.000 dólares y cinco empleados a montar el imperio sanitario que actualmente factura 1.500 millones de dólares anuales (unos 165.000 millones de pesetas) y tiene 2.500 empleados.

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Su empresa, Towers Financial Corps, especializada en financiación a hospitales, es propietaria de varias clínicas y asilos. El atlético empresario, un divorciado sin hijos de 48 años al que le gustan las carreras de lanchas rápidas, nació en Brooklyn y estudió empresariales en la universidad pública de Nueva York sin llegar a graduarse. El único dato sobre Hoffenberg que figura en la documentación de los periódicos es que intentó infructuosamente hacerse cargo de la compañía aérea Pan Am en 1987.

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