LA BATALLA POR LA CASA BLANCA

El relevo y el cambio

¿Cambia algo que un demócrata sustituya a un republicano en la Casa Blanca? La pregunta, formulada por algunos comentaristas, ha sido respondida afirmativamente en estas elecciones por una nueva alianza de clases medias blancas, minorías raciales, organizaciones religiosas y movimientos sociales, que han colocado al Partido Demócrata en una posición de poder político que no conocía desde la época de Kennedy. Y el responsable de ese movimiento posiblemente no sea Bill Clinton, sino la política reaganista de 12 años de liberalismo a ultranza, que ha roto un elemento esencial de la sociedad norte...

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¿Cambia algo que un demócrata sustituya a un republicano en la Casa Blanca? La pregunta, formulada por algunos comentaristas, ha sido respondida afirmativamente en estas elecciones por una nueva alianza de clases medias blancas, minorías raciales, organizaciones religiosas y movimientos sociales, que han colocado al Partido Demócrata en una posición de poder político que no conocía desde la época de Kennedy. Y el responsable de ese movimiento posiblemente no sea Bill Clinton, sino la política reaganista de 12 años de liberalismo a ultranza, que ha roto un elemento esencial de la sociedad norteamericana: su fe en el progreso, su confianza en el fu,turo.Bill Clinton ha llevado su campaña bajo la bandera del cambio, un concepto ambiguo, alejado de los afanes redistribuidores del new deal de Roosevelt o, incluso, de la gran sociedad de Lyndon Johnson. Sus ideal moderadas, centristas, fueron observadas inicialmente con desconfianza por los sectores más de izquierda del partido. Pero la necesidad de ganar, de conseguir el control del poder ejecutivo -tan poderoso en un sistema presidencialista-, han hecho fraguar un movimiento en el que han convergido los "demócratas por Reagan", que se pasaron al Partido Republicano en los años ochenta, y los seguidores de Jesse Jackson.

El líder negro, que encabeza el sector más socialdemócrata de los demócratas, distribuyó en la convención del partido un discurso que luego en la tribuna no pronunció en su totalidad. Uno de los párrafos omitidos voluntariamente por Jackson afirmaba: "Roosevelt llegó en 1932 al despacho oval [la Casa Blanca] con el propósito de equilibrar el déficit público; un amplio movimiento de trabajadores le impuso el new deal. Cuando Kennedy llegó al despacho oval no dio lecciones de derechos civiles a nadie, porque estaba el doctor [Martin Luther] King, quien, a la cabeza de un movimiento, impuso los derechos civiles. Cuando llegue Clinton al despacho oval, el cambio no vendrá de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba. Tenemos que crear un amplio movimiento que coloque la justicia social en el centro del programa de gobierno". El líder negro justificó el hecho de no haber pronunciado ese párrafo en la necesidad de no crear tensiones en la convención, porque entendía que la política centrista de Clinton estaba destinada a ampliar la base social del partido, único camino para conseguir la victoria.

Y por si alguien dudaba de lo que implica el relevo en la Casa Blanca, el diario The Wall Street Journal, en su edición del lunes, advertía en un editorial que el progresismo, "repudiado por los votantes norteamericanos en todas las elecciones desde 1968" es como Drácula, un muerto viviente, que camina por la sociedad norteamericana. Y concluía: "Si Bill Clinton gana, no se moleste en enviar su felicitación por fax. Envíe cabezas de ajo".

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