"Perdonen las molestias por vivir aquí

El incendio en el cuarto de dos 'okupas' obliga a desalojar un edificio

Los musulmanes okupas dormían todas las noches en el cuartucho de los contadores eléctricos y nunca se metieron con nadie, pero los inquilinos de Fuencarral 22, intentaron todo lo posible para echarlos. Desde ayer aún harán más con tal de que no vuelvan. En la madrugada de ayer, del cuartucho salieron llamas que ahumaron toda la casa, cortaron la luz eléctrica y desalojaron a varios vecinos despavoridos. Los vecinos desconocen si el fuego fue intencionado o no, pero el caso es que el humo se metió por todo el bloque.

"Les agradecemos que nos dejen dormir. Perdonen las molestias que caus...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los musulmanes okupas dormían todas las noches en el cuartucho de los contadores eléctricos y nunca se metieron con nadie, pero los inquilinos de Fuencarral 22, intentaron todo lo posible para echarlos. Desde ayer aún harán más con tal de que no vuelvan. En la madrugada de ayer, del cuartucho salieron llamas que ahumaron toda la casa, cortaron la luz eléctrica y desalojaron a varios vecinos despavoridos. Los vecinos desconocen si el fuego fue intencionado o no, pero el caso es que el humo se metió por todo el bloque.

"Les agradecemos que nos dejen dormir. Perdonen las molestias que causamos por dormir aquí. Si es necesario pagar algo de luz o lo que sea, dígannoslo". Una nota con ese contenido, escrita en un papel blanco, fue colgada por los musulmanes unos días antes en el cuarto donde se declaró el fuego. Pero las ocho familias, los propietarios del hostal y los dueños de la peletería que hay en el bloque simplemente no querían verlos por allí.Por eso trataron de colocar el abridor automático fuera del alcance del portal. Los musulmanes introducían un palo entre las rejas de la puerta y alcanzaban el botón interior, que les abría paso. Cuando los vecinos colocaron el portero automático hacia el interior de la casa, donde no se pudiera llegar con palos, los musulmanes entraban también. "No sabíamos cómo ni cuándo, pero pasaban dentro", explicaba Isaac Torrejón, vecino de 19 años.

La habitación donde dormían los inmigrantes mide dos metros cuadrados, ocupados por un colchón y otros enseres que los bomberos no se pararon a detallar.

Isaac llegaba a su casa todas las madrugadas a las doce y media de la noche y por entre la rendija de la puerta veía iluminado el cuarto de contenedores.

Panorama alarmante

En la noche del martes ocurrió lo mismo. Pasó por la portería, se puso a ver el televisor en casa y cuando se dio cuenta la luz se había apagado, el telefonillo estalló y el humo alcanzaba hasta la cuarta planta del edificio. Los bomberos tardaron sólo cuatro minutos en llegar y se encontraron con un panorama alarmante.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Uno de los musulmanes les gritaba constantemente a los funcionarios que salvaran por favor a su hermano porque, según él, había quedado atrapado en el cuarto por las llamas. Pero allí no había nadie.

Repartieron máscaras de aire entre los habitantes del inmueble y a las dos horas ya habían sofocado todas las llamas.

Varios. agentes de la, Policía Municipal habían rescatado antes a un matrimonio y su hija de cuatro meses, que, subidos al tejado de la casa donde viven, esperaban ayuda. Otro inquilino sufrió cortes leves en una pierna y tuvo que ser desplazado al hospital clínico, según informaron los funcionarios.

A pesar de que no hubo que lamentar ninguna muerte ni heridos de gravedad, el fuego puso de manifiesto las carencias del edificio en materia de seguridad. No había a mano ningún extintor y la ventilación de muchas habitaciones es nula.

En la mañana de ayer algunos vecinos mostraban tiznadas las palmas de las manos, como consecuencia de los efectos del humo que había ennegrecido las paredes y las puertas.

Una empleada del hostal que hay en la segunda planta del inmueble quería dejar sentado que los okupas no tenían ninguna relación con su casa y que ella -también con las palmas tiznadas- se había opuesto desde el principio a que "esos chicos, probablemente drogadictos", pernoctaran en el edificio. No quiso especificar siquiera cuánto cobraba por una noche a sus huéspedes por no verse involucrada en el suceso.

Otra empleada de la peletería, local que mostraba ayer un aspecto lúgubre, sin luz y con los abrigos como fantasmas, colgados en sus perchas, indicó que el edificio se halla habitado por muchos inmigrantes ilegales.

Los extranjeros en ningún momento han molestado a ningún vecino ni a los clientes de los negocios que hay en el inmueble. Pero varios inquilinos se declaran "inquietos" ante el aspecto de algunos de ellos.

Sobre la firma

Archivado En