Sevilla, sin 'curro'

Los ex empleados de Expo'92 buscan trabajo

Dicen los más bromistas de la ciudad que en el Inem de Sevilla acaban de colgar un cartel en la puerta: "Tienes que venir". El eslogan de la Expo se ha convertido en un mensaje macabro y chistoso de obligado cumplimiento para muchos de los aproximadamente 25.0100 trabajadores que han hecho posible el proyecto. Sin embargo, una semana después de concluida la muestra universal, nadie, ni la Sociedad Estatal, ni la patronal, ni los sindicatos, han cuantificado el número de personas que tras el 12-O se ha quedado sin curro.

Eso sí, todos ellos han sabido argumentar que los trabajadores eran...

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Dicen los más bromistas de la ciudad que en el Inem de Sevilla acaban de colgar un cartel en la puerta: "Tienes que venir". El eslogan de la Expo se ha convertido en un mensaje macabro y chistoso de obligado cumplimiento para muchos de los aproximadamente 25.0100 trabajadores que han hecho posible el proyecto. Sin embargo, una semana después de concluida la muestra universal, nadie, ni la Sociedad Estatal, ni la patronal, ni los sindicatos, han cuantificado el número de personas que tras el 12-O se ha quedado sin curro.

Eso sí, todos ellos han sabido argumentar que los trabajadores eran conscientes de que el certamen tenía fecha final, lo mismo que sus contratos -en un 90% tipificados como trabajo por obra-, y simplemente se han apresurado a agradecer efusivamente "los servicios prestados".La cifra más aproximada del personal que ha trabajado directamente en el funcionamiento y organización de las 215 hectáreas del recinto de la Cartuja es de unos 25.000 empleados. De ellos, unos 9.000 fueron contratados directamente por la Sociedad Estatal. Del total, un 85% quedará inscrito en las oficinas de empleo a finales de este mes.

En el Inem, las cifras que se barajan corresponden al 30 de septiembre, 12 días antes de la finalización de la mayoría de los contratos. 117.496 personas engrosaban ese día el registro de parados de Sevilla, y 286.552, la lista de demandantes de empleo, incluidos los estudiantes y las amas de casa. Durante ese último mes previo a la clausura de la Expo un total de 50.080 personas demandaron un puesto de trabajo.

El cierre de la muestra va a suponer para muchos, además de la preocupación económica que supone quedarse sin trabajo, una preocupación física. "La depresión psíquica post-Expo" es un hecho que ya ha sido constatado por expertos en la materia, como el profesor de psicología social Bernardo Rabassa. Pasar de un ritmo enloquecido de trabajo durante los últimos 176 días a que a la mañana siguiente no se sepa qué hacer cuando suene el despertador es su origen.

Todos, hasta el propio Rey en su discurso de clausura, han puesto el punto de mira en Cartuja 93, pero sólo los directivos de esta sociedad estatal saben hasta qué punto ese proyecto será capaz de absorber el empleo sobrante tras la muestra. Las dudas y la indefinición del propio proyecto han sido las causas de que la propia Expo aparcase en un cajón bajo llave un proyecto que tenía como objetivo la recolocación de su personal.

Lo que sí han dejado claro responsables de Cartuja 93 es que ni el parque tecnológico ni el temático, que tiene previsto abrir sus puertas en abril, supondrá un fenómeno de creación de empleo comparable a la exposición. Los argumentos son sencillos. Cartuja 93 tiene una estructura pequeña, como corresponde a una sociedad de gestión.

Trabajo para Curro

Claro que hay un grupo muy reducido de trabajadores, concretamente seis, que verán compensado su esfuerzo durante los últimos meses. Los que hicieron de Curro, la mascota de la Expo, seguirán teniendo curro, aunque aún no se sabe bien si servirán su función dentro del proyecto Cartuja 93 o en el parque temático.

"Trabajar en la Expo", decía el comisario de la muestra Emilio Cassinello en una carta abierta a los trabajadores, publicada el viernes, "podía considerarse un privilegio, pero comportaba un riesgo". Quedarse en paro tras haber trabajado en la Expo también va a conllevar un privilegio respecto al resto de desempleados del país.

La Sociedad Estatal y el Inem han llegado a un acuerdo para tramitar de "forma especial" las solicitudes de demanda de la prestación por desempleo -para los que trabajaron durante más de un año- o los subsidios o ayuda familiar" para los empleados por un periodo de entre 6 y 12 meses. Se pretende que el Inem reciba las solicitudes en la propia Expo, donde se ha instalado una oficina provisional, y las resuelva y las mecanice sobre la marcha en el mismo recinto para adelantar en el tiempo el plazo de percepción de cantidades de los demandantes.

Durante esa tramitación, el Inem rebajará sus exigencias en cuanto a cierta documentación obligatoria para recibir la prestación, aunque ya se advierte también desde el organismo de empleo que ese privilegio conllevará una vigilancia especial durante el periodo que dure la ayuda.

Los elogios pronunciados por los directivos de la muestra -"incombustibles, infatigables, imperturbables..."- han conformado de manera inmediata a muchos de los trabajadores. Quizá a los que más, al gran número de estudiantes y universitarios que aparcaron por seis meses sus libros para participar como pupis, paes, controladores o camareros en lo que el propio Cassinello califica como "esa locura maravillosa de la Expo".

Final de curso

Incluso celebraron con cánticos de tunas y fiestas típicas de final de curso el coletazo que puso fin a la Expo. "El ambiente no es malo, casi todos tenemos algo que hacer que dejamos sin terminar para trabajar en la Expo" afirma Elisa, una pupi de la Expo. A otros, sin embargo, el final de la muestra les ha traído, además del fantasma del desempleo, un quebradero de cabeza a la hora de cobrar sus últimas horas trabajadas. Más de 5.000 reclamaciones de cantidades han colapsado los departamentos jurídicos de las centrales UGT y CC OO, que han demandado ante los tribunales a tres empresas internacionales -Expomar, Restauraciones para Exposiciones y Everflora- por deudas superiores a los 100 millones con unos 400 trabajadores.

"La Expo, laboralmente, es Suiza, y el resto, Suráfrica", llegó a comparar el responsable de relaciones laborales de la muestra. Claro que lo de Suiza era para unos pocos, fundamentalmente los empleados de la Sociedad Estatal, algunos de los cuales se preparan ahora para asociarse y vender su experiencia en el mercado laboral. Para otros muchos, el final de la Expo simplemente les ha dejado en la otra orilla de la isla de la Cartuja, en la Suráfrica del empleo, y sobre todo les ha dejado sin curro.

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