Reportaje:

La tela se fuga

Las empresas de confección buscan salarios más bajos en Marruecos y Portugal

Las empresas de la confección abandonan España en busca de los sueldos más bajos de países como Portugal o Marruecos. Mientras, la mano de obra magrebí insiste en venir a trabajar a España, aunque corran el riesgo de morir intentando alcanzar las costas del sur de España. Y al sur de España están retornando los emigrantes que subieron a Cataluña hace 20 o 30 años en busca de unos puestos de trabajo que han perdido porque sus empresas cierran por diversas razones. Una de ellas, que para competir en el mercado necesitan costes de fabricación más bajos que los españoles.

Las vidas de Satur...

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Las empresas de la confección abandonan España en busca de los sueldos más bajos de países como Portugal o Marruecos. Mientras, la mano de obra magrebí insiste en venir a trabajar a España, aunque corran el riesgo de morir intentando alcanzar las costas del sur de España. Y al sur de España están retornando los emigrantes que subieron a Cataluña hace 20 o 30 años en busca de unos puestos de trabajo que han perdido porque sus empresas cierran por diversas razones. Una de ellas, que para competir en el mercado necesitan costes de fabricación más bajos que los españoles.

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Las vidas de Saturnina y Secundina han transcurrido casi paralelas en torno a la industria de la confección. Nerva, la empresa fabricantes de pijamas y ropa de baño femenina para la que trabajaban ha trasladado la fábrica a Portugal, según fuentes sindicales.Saturnina, oriunda de León y de rasgos celtas, emigró a Hospitalet (Barcelona). Secundina, de 34 años, abandonó junto a toda la parentela su Andalucía natal con destino al barrio barcelonés del Valle Hebrón. La historia de sus padres es la de miles de pobladores de Cataluña: agricultores que llegaron en busca de un trabajo mejor en la construcción. Ellas se emplearon muy jóvenes en un sector que necesitaba mucha mano de obra poco cualificada: el textil y la confección. Un sector que actualmente representa el 7% del Producto Interior Bruto (excluida la construcción) y emplea a 311.250 personas (el 10,4% del empleo industrial).

Este sector agrupa a más de 7.000 empresas que suman una producción de 2,2 billones de pesetas. De ellos, el 51% es confección, el 44% textil y el 5% fibras químicas. Según un informe del Ministerio de Industria, "la producción española ocupa el quinto lugar dentro de la producción textil de la Comunidad Europea. Sin embargo, su situación es frágil".

Como el resto de Europa

"Las empresas españolas se han ido a otros países más baratos como ha ocurrido en otras naciones de Europa a medida que los salarios aumentaban", explica Cipriano López, de la federación de empresarios de la confección. No es un fenómeno exclusivamente europeo. Sólo durante el mes de julio de 1979, 144 firmas textiles del Japón quebraron. Hace 15 años ya explicaban que la mayoría de estas empresas cerraban para trasladarse a otras zonas de Asia donde lograban costes más económicos.Sin embargo, el fenómeno no era conocido por todos. "La primera vez que oí hablar de deslocalización fue a principios de 1990", recuerda una parada del textil. Su marido trabajaba en aquel momento en una empresa de confección en El Prat (Barcelona) "que la cerraron para llevársela a Marruecos".

Las compañías españolas prefieren los sueldos de Portugal o de los países del Magreb (Marruecos, Argelia y Túnez). Según el Ministerio de Industria hay casi medio centenar de empresas que ya están operando fuera de España. Algunas de ellas han reducido o cerrado sus fábricas en España (deslocalización) y otras las mantienen intactas al margen de su actuación en el exterior. Tavex, Cortefiel, Grupo Sanz, Ligwe, Central Corsetera o Guash fabrican en Portugal o en los países del Magreb.

Pero, ¿qué encuentran en Marruecos? Una operadora de confección gana en Marruecos 12.000 pesetas al mes, 20.000 pesetas en Portugal y 70.000 en España. Y el coste medio de la mano de obra es del 25% del coste total del producto. Además, el empresario tiene "exenciones fiscales por 20 años, créditos para comprar terrenos a intereses muy bajos" y una legislación laboral tremendamente flexible "porque no hay limitación ni a la contratación ni al despido, que es muy importante en un negocio tan fluctuante como el de la moda y una mano de obra muy dócil", explica Germán Martínez, editor de Textil Exprés.

Ana Sala, de UGT, completa el cuadro marroquí. "Hay empresarios que están medio arrepentidos de haberse ido a Marruecos, porque una cosa es Portugal, que no deja de ser Europa y otra muy distinta es la religión musulmana". La mayoría de empresas que se van son de confección no de textil porque "crear un puesto de trabajo en el textil requiere una inversión de 150 millones de pesetas; mientras que uno en la confección cuesta entre 250.000 y medio millón", señala Salvador Maluquer, director de relaciones internacionales del Consejo Intertextil Español.

Jordi Conejos, subdirector general de Industria de la Generalitat, no ve la deslocalización como un tema dramático y asegura que la industria del textil "no va a desaparecer". La Generalitat insiste en que "hay que invertir en diseño, calidad y otros subsectores que tienen futuro". Ana Cazorla, responsable de CC OO de dos comarcas textiles de Barcelona coincide en que la clave está en la calidad. Pero la comarca de Bergedá se ha ido vaciando de tejido industrial. A la vez, un montón de familias oriundas de Andalucía y Murcia se plantean volver a sus lugares de origen al haber perdido su empleo en Cataluña, comentan en los locales sindicales de zonas obreras.

A la Generalitat no le importa que se pierdan dos o tres puestos de trabajo sin cualificar "si se crea en el textil un empleo cualificado con salarios altos porque éste va a requerir más servicios". Y será en este sector de servicios donde los parados de la confección encontrarán trabajo, a tenor de su análisis.

No lo ven tan claro en la oficina del Instituto Nacional de Empleo (Inem) de Santa Coloma, una ciudad obrera satélite de Barcelona. "Nos está viniendo tal avalancha de gente al paro procedente del textil que no sabemos qué hacer", reconoce la empleada. Y cuando hacen algo lo hacen mal, a juicio de los propios parados. A Saturnina le han mandado una carta para hacer un cursillo del Inem de cosedora. "Cuando llegué me encontré un cuartucho con 12 máquinas donde había que trabajar en condiciones infrahumanas. Era vergonzoso", recuerda Saturnina.

Y Secundina cuenta que una amiga de 42 años, también trabajadora del textil, y también recién llegada al paro tras pasar 29 años en una empresa, oyó de boca del empleado del Inem que no se hiciera ilusiones porque con su edad ya no podía encontrar empleo. "Es una pena, ¿no?", se lamenta. No es un caso aislado. Todos insisten en el desánimo que está cundiendo en los parados de más edad.

A día de hoy, las dos siguen en el paro con la alternativa de la economía sumergida como única salida. Sus maridos también trabajaron en el textil hasta que cerraron sus empresas.

Fenómeno irreversible

Antoni Gurguí, subdirector general de coordinación del departamento de Industria y Energía de la Generalitat, señala que "no podemos ni queremos competir a base de salarios bajos. La deslocalización es un fenómeno irreversible pero tampoco es negativo y puede disminuir mucho las tensiones referentes a la inmigración".A lo largo de 1991 se presentaron en el departamento de Trabajo catalán 274 expedientes de regulación de empleo que afectaron a casi 9.000 trabajadores. De todos ellos sólo se rechazaron once casos. Ana Sala, de UGT Cataluña, acusa a la Generalitat de ser muy permisiva a la hora de admitir expedientes de suspensiones de pagos. "Detrás de estas suspensiones de pagos hay mucha gente. Y cada uno de ellos viven su drama personal", reconoce Antoni Gurguí quién añade que "no queremos que el detalle nos haga perder de vista la estrategia y el futuro".

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