Nada que decir

La Bolsa no tiene nada que decir. Está cansada de las últimas semanas de inestabilidad financiera y de las medidas que en sentido inverso están tomando las autoridades económicas de algunos países. Por eso los inversores optaron ayer por abstenerse de operar en Bolsa y se mantuvieron a la expectativa de conocer el desenlace de los acontecimientos que viven estos días los mercados de divisas y de deuda. En Barcelona, el tirón alcista de Londres no sirvió para animar la sesión, que se mantuvo con tonos de baja contratación.La devaluación de la peseta, al contrario de lo que ha ocurrido en el Rei...

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La Bolsa no tiene nada que decir. Está cansada de las últimas semanas de inestabilidad financiera y de las medidas que en sentido inverso están tomando las autoridades económicas de algunos países. Por eso los inversores optaron ayer por abstenerse de operar en Bolsa y se mantuvieron a la expectativa de conocer el desenlace de los acontecimientos que viven estos días los mercados de divisas y de deuda. En Barcelona, el tirón alcista de Londres no sirvió para animar la sesión, que se mantuvo con tonos de baja contratación.La devaluación de la peseta, al contrario de lo que ha ocurrido en el Reino Unido con la salida de la esterlina del SME, no ha servido para animar la Bolsa. En España, pese a la devaluación, no se han despejado todavía las incógnitas de por dónde se moverán los tipos de interés. El Tesoro, de momento, mantuvo ayer la retribución de las letras en un intento de calmar a los inversores en títulos del Estado.

Las posiciones entre papel y dinero se mantuvieron equilibradas. Sólo algunas entradas en valores como Ebro, Agrícolas y Uniland Cementera explican el ligero avance del índice general. La semana termina hoy tras una de las mayores turbulencias financieras vividas desde el desplome bursátil de octubre de 1987.

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