Editorial:

El 'metodo tunecino'

EL TRIBUNAL militar de Túnez no ha dictado ninguna de las penas de muerte solicitadas por el fiscal en el juicio contra 279 militantes fundamentalistas que acaba de concluir en ese país magrebí. En cambio, han sido dictadas 46 penas de cadena perpetua en dos procesos casi simultáneos: uno por un presunto compló para derribar la república, otro contra los comandos del sacrificio, los grupos de choque de Annada (Renacimiento), la principal organización del islamismo fundamentalista del país.Estas sentencias del tribunal son coherentes con lo que ha consistido, desde hace varias décadas, e...

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EL TRIBUNAL militar de Túnez no ha dictado ninguna de las penas de muerte solicitadas por el fiscal en el juicio contra 279 militantes fundamentalistas que acaba de concluir en ese país magrebí. En cambio, han sido dictadas 46 penas de cadena perpetua en dos procesos casi simultáneos: uno por un presunto compló para derribar la república, otro contra los comandos del sacrificio, los grupos de choque de Annada (Renacimiento), la principal organización del islamismo fundamentalista del país.Estas sentencias del tribunal son coherentes con lo que ha consistido, desde hace varias décadas, el método tunecino de lucha contra el extremismo musulmán. Se trata de combinar ciertos periodos de permisibilidad, en los que los islamistas desarrollan su acción, con etapas represivas -cuando surgen situaciones violentas-, en las que se realizan detenciones masivas, se juzga y se condena a largos años de cárcel a los principales dirigentes. Varios de los condenados en este proceso lo habían sido ya en 1981 y 1987.

Cuando en 1989 -después del larguísimo reinado de Burguiba- el general Zine Ben Alí inició una política de liberalización, la extendió también a los islamistas; el movimiento Annada pudo presentar candidatos (titulados independientes) en las elecciones legislativas y se convirtió en el principal partido de la oposición. Sin embargo, en 1991, preocupado sobre todo por lo que ocurría en Argelia, donde el Frente Islámico de Liberación se acercaba al poder por una vía electoral, Ben Alí decidió cortar los procedimientos dialogantes y reforzar la vía represiva.

En las larguísimas deliberaciones del tribunal, en presencia de prensa y observadores extranjeros, no se pudo ocultar que la policía aplicó métodos violentos para arrancar confesiones; por otra parte, en ningún momento pudo la acusación presentar pruebas serias del supuesto compló. Todo indica que, como en casos anteriores, el proceso ha tenido un carácter esencialmente político. Se trataba, para el Gobierno tunecino, de anular a un enemigo político que puede crearle problemas graves. Sin condenas a muerte, Ben Alí logra que la reacción de la opinión pública sea más bien de indiferencia. Sin embargo, ese método tunecino de los grandes procesos ante la justicia militar para suprimir la influencia islamista es peligroso: desprestigia el Estado de derecho y puede preparar el auge de nuevas protestas. populares.

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