Programa de centro de los demócratas de EE UU

La convención demócrata norteamericana aprobó ayer una. plataforma electoral de centro que rompe en buena medida con el pasado liberal del partido e incluye críticas por el excesivo paternalismo y radicalismo de los anteriores programas de la oposición. Es la receta para recuperar el poder. Al menos aparentemente, estos cambios se producen en medio de un clima de unidad y bajo el liderazgo indiscutible del candidato presidencial, Bill Clinton. "La revolución de 1992 tiene como propósito restaurar la perdida grandeza económica de Estados Unidos", se afirma en la plataforma demócrata.

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La convención demócrata norteamericana aprobó ayer una. plataforma electoral de centro que rompe en buena medida con el pasado liberal del partido e incluye críticas por el excesivo paternalismo y radicalismo de los anteriores programas de la oposición. Es la receta para recuperar el poder. Al menos aparentemente, estos cambios se producen en medio de un clima de unidad y bajo el liderazgo indiscutible del candidato presidencial, Bill Clinton. "La revolución de 1992 tiene como propósito restaurar la perdida grandeza económica de Estados Unidos", se afirma en la plataforma demócrata.

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"Para reconstruir este país", se asegura en el documento, "tenemos que abandonar nuestra vieja política de que el Estado daba todo a cambio de nada. Tenemos que dar prioridad al protagonismo del pueblo en el cambio, en lugar de dejarle el protagonismo al Gobierno".Aunque en el espectacular marco, entre modernista y patriótico, del Madison Square Garden, los discursos se ceban en el supuesto fracaso de los 12 años de Gobierno de Reagan-Bush, la plataforma de la oposición reconoce, por primera vez, que "la angustia y la frustración del pueblo no está dirigida únicamente contra la Administración republicana, sino contra todas las instituciones del Estado en su conjunto", incluido el Congreso dominado por los demócratas.

Un editorial del diario The New York Times aplaude el contenido de la plataforma demócrata, a la que se refiere como "el programa de un partido que quiere ganar credibilidad" entre los votantes.

El primer día de discursos, el pasado lunes, estuvo marcado por la intervención de una de las voces más escuchadas del partido, la ex congresista por Tejas Barbara Walters, quien insistió en la necesidad de una transformación interna. %Por qué no dejar de ser un partido conocido por aumentar los impuestos y el gasto público para convertirnos en un partido favorable a la inversión y el crecimiento?", dijo.

"El Partido Demócrata", añadió la conocida dirigente negra, "está vivo y con buena salud. Cambiaremos para cumplir con las exigencias del presente, para cumplir con las exigencias del futuro, pero no morireinos".

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Realismo

El respaldo a las voces que claman por el realismo, como la del senador Bill Bradley, que se pronunció en contra de las políticas de subsidios e impuestos, contrasta con las horas bajas por las que atraviesan abanderados tradicionales del liberalismo como Jesse Jackson y Edward Kennedy.

En un restaurante situado a 20 calles del Madison Square Garden, el hombre a quien muchos acusan de haber precipitado al partido por el fracasado camino del radicalismo, George McGovern, también hizo su particular defensa de la candidatura formada por Bill Clinton y Al Gore, de los que recordó que habían trabajado con él cuando McGovern fue derrotado por Richard Nixon en 1972, sumiendo a los demócratas en una etapa de oscuridad de la que sólo emergieron temporalmente con Jimmy Carter.

La 41 a Convención Demócrata trabaja sobre la idea de cambiar el partido para cambiar la Administración del país. Son horas de euforia a las que contribuyó, entre otros, la gobernadora de Tejas, Ann Richards, una de las mejores animadoras del acontecimiento, que advirtió a sus contrincantes: "Señores republicanos, la fiesta ha terminado".

El primer día de convención fue, en realidad, un mero estiramiento de músculos. Hubo algunos momentos de tensión, como cuando los delegados percibieron la presencia en la sala de John Sununu, el antiguo jefe de Gabinete de George Bush, un verdadero halcón republicano, que reclamaba su derecho a asistir en su calidad actual de comentarista de la cadena CNN, pero que tuvo que abandonar el lugar entre abucheos.

La hora de la emoción

La convención demócrata tiene también momentos para la emoción, como el canto del himno nacional en la voz de la gran Aretha Franklin o la plegaría con la que empieza y concluye cada sesión.

En gran parte, los objetivos de una reunión de este tipo no se limitan a lo que ocurre en el interior de la sala principal. Ésta es, sobre todo, una gran oportunidad para que los demócratas ocupen las calles y llenen horas y horas de televisión.

Las calles de Nueva York, que nunca son precisamente tranquilas, se han convertido en una verdadera jungla por la que se abren difícilmente paso los policías, los coches oficiales, las manifestaciones de homsexuales, los proabortistas, los antiabortistas, las feministas, las antifeministas, los periodistas, los turistas, los vendedores de relojes y algún que otro fotógrafo senegalés que ofrece un retrato con una serpiente pitón colgada del cuello y una imagen de Clinton en la solapa.

Al mismo tiempo, las cadenas CNN y C-Span, esta última especializada en la cobertura de eventos políticos, transmiten en directo todos los discursos, mientras que las tres principales televisiones, CBS, NBC y ABC, emiten programas especiales sobre el acontecimiento.

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