"No nos quieren"

Pese a la fanfarria, las representaciones de ópera y de ballet, los banquetes y el poder que ostentan, los líderes de los países más ricos de la Tierra están tristes. Los ciudadanos no los comprendemos. Una de las sherpas (asesoras) del presidente francés, François MItterrand, al relatar una de las sesiones de trabajo del primer día de la cumbre de Múnich, desveló esta congoja que agobia a los poderosos: "Todos ellos tienen la impresión de que la opinión pública de sus respectivos países hacen una valoración negativa del Estado y de ellos mismos".Esta asesora explicó que una reciente en...

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Pese a la fanfarria, las representaciones de ópera y de ballet, los banquetes y el poder que ostentan, los líderes de los países más ricos de la Tierra están tristes. Los ciudadanos no los comprendemos. Una de las sherpas (asesoras) del presidente francés, François MItterrand, al relatar una de las sesiones de trabajo del primer día de la cumbre de Múnich, desveló esta congoja que agobia a los poderosos: "Todos ellos tienen la impresión de que la opinión pública de sus respectivos países hacen una valoración negativa del Estado y de ellos mismos".Esta asesora explicó que una reciente encuesta realizada por un Gobierno europeo, que no especificó, indicaba que el 80% de las informaciones sobre economía que aparecen en los medios de comunicación son negativas, y el porcentaje se repite cuando el objeto del estudio es el propio Gobierno.

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Pero los gobernantes responden: "Éste no es el caso. El mundo va mucho mejor que antes. Todo va mucho mejor que hace 10 años, pero la gente no se lo cree". Y ponen el siguiente ejemplo: hace una década, la inflación se situaba en Francia en un 14%, y ahora está en torno al 3%. Según una encuesta, la mayoría de los ciudadanos cree que la inflación sigue subiendo.

Para los líderes de los países mas ricos, el diagnóstico es claro: "Se trata de una enfermedad psicológica mundial", y la terapia también debe ser internacional: "Debemos insuflar confianza y optimismo. Todo va mejor que hace 10 años, sólo hace falta que nos lo creamos".

Posiblemente, el año que viene, en Tokio, vuelvan a contarse sus penas, aunque ya en Múnich, por lo menos, nuestra incomprensión les ha hecho pensar que el monetarismo al uso no lo explica todo. Los poderosos se han dado cuenta de que, ante el desempleo, las cifras macroeconómicas pierden importancia, y han dejado escrito en el documento: "Demasiada gente no tiene trabajo. Estamos preocupados por los sufrimientos que crea el paro".

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