Vecinos del piso de Móstoles incendiado afirman que sus denuncias contra los polacos fueron desatendidas

La juez Paloma García de Seca, titular provisional del juzgado de Instrucción número 6 de Móstoles, que investiga el incendio ocurrido el martes en un edificio de esa localidad madrileña, descarta que la causa del siniestro, en el que fallecieron nueve inmigrantes polacos y una mujer gitana y sus dos hijos, fuese una colilla que prendió en un colchón, hipótesis apuntada en un primer momento. La juez espera poder precisar hoy el origen exacto del fuego. Mientras, los vecinos del inmueble reprochan a las autoridades que desoyesen sus denuncias sobre comportamientos incívicos de los inmigrantes q...

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La juez Paloma García de Seca, titular provisional del juzgado de Instrucción número 6 de Móstoles, que investiga el incendio ocurrido el martes en un edificio de esa localidad madrileña, descarta que la causa del siniestro, en el que fallecieron nueve inmigrantes polacos y una mujer gitana y sus dos hijos, fuese una colilla que prendió en un colchón, hipótesis apuntada en un primer momento. La juez espera poder precisar hoy el origen exacto del fuego. Mientras, los vecinos del inmueble reprochan a las autoridades que desoyesen sus denuncias sobre comportamientos incívicos de los inmigrantes que ocupaban el piso.

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Fuentes de la investigación criticaron ayer con dureza al delegado del Gobierno en Madrid, Segismundo Crespo, por aventurarse poco después del siniestro a atribuir el incendio a una colilla.Cuatro de los inmigrantes que se hacinaban en el 1ºB del número 22 de la calle de los Hermanos Pinzón -el piso en que se inició el incendio- y que se salvaron de las llamas pasaron ayer todo el día declarando en las dependencias del juzgado. Uno de ellos indicó que todo es "muy extraño", sin querer precisar más datos y repitiendo mecánicamente no fotos, no fotos".

Los vecinos del edificio siniestrado lamentan ahora la escasa respuesta oficial a sus denuncias sobre diversos incidentes causados por los inmigrantes polacos, -que presuntamente ocupaban la vivienda de forma ilegal desde hace unos dos años, y recuerdan que hace cerca de un año mantuvieron una agria discusión con varios de ellos por tirar al patio un colchón ardiendo.

Jesús Gallego, inquilino del Y B, el piso inmediatamente superior al de los inmigrantes, asegura que la Policía Municipal no hizo caso a su más de una decena de denuncias sobre peleas, broncas, etc en el 2ºB. Según esta persona, de cinco a siete de los inmigrantes eran fijos en la vivienda, mientras que los demás, hasta casi la veintena, iban cambiando.

"Sabíamos que esto o algo parecido iba a ocurrir y sólo dudábamos de cuándo se produciría la desgracia", apunta otro residente, dejando claro que su actitud no es racista, "pues en el bloque vive otra familia polaca que nunca ha dado problemas". Opinión muy distinta que la que tienen los inquilinos sobre los residentes del 1ºB: "Parece que nos tocó lo peor que había en Polonia".

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Desde que se instalaron, los inmigrantes polacos jamás pagaron los gastos de la comunidad de vecinos -16.000 pesetas mensuales- El piso, de tres dormitorios y unos 120 metros cuadrados, es ahora propiedad de la Caja Postal, después de ser embargado a su inicial propietario, el ex concejal socialista José Parra.

En dos hoteles

Las 39 familias que tuvieron que abandonar el edificio volvieron a entrar ayer en sus viviendas tras pasar la noche en dos hoteles de Navalcarnero y en casas de familiares y amigos. El Ayuntamiento de Móstoles ha puesto a disposición de los damnificados alojamiento y comida hasta que puedan volver a sus pisos. Sólo un inquilino durmió en el inmueble.

El panorama que encontraron a su vuelta a casa era absolutamente desolador: paredes negras y quebradas, puertas deterioradas y rotas, cristales estallados, cables sueltos y quemados, muebles tostados y un insoportable olor a humo, que según un vecino también era olor a muerte. En los pisos de las plantas primera, segunda y tercera, y que corresponden a las letras B y C, el aspecto interior es aún más patético, pues todas las casas estaban cubiertas por una lluvia de hollín que ha tiznado y envuelto por completo techos, suelos y paredes, así como la ropa y el mobiliario.

Dos policías custodiaban en la mañana de ayer el piso lo B. En su interior, y tras una puerta provisional, se podían ver hierros de colchón retorcidos y ropa chamuscada encima de un montón de escombros que recogían empleados municipales. En la entrada y en el buzón del portal aparece el nombre del matrimonio formado por Wiezkaw Bieniei y Marta Bieniei. Esta mujer y su hijo de corta edad fallecieron. El marido resultó ileso.

Entre los vecinos la preocupación unánime gira sobre la rehabilitación de las casas. Las más deterioradas pueden tardar en reformarse más de un mes. Ayer por la tarde con luz provisional en la escalera, se anunció que en dos o tres días se podría reponer la energía eléctrica. El agua se esperaba para anoche.

Las pérdidas materiales aún no han sido precisadas, pero un técnico de una compañía de seguros manifestó ayer que cada piso deteriorado necesitará una inversión de dos o tres millones de pesetas. Los inquilinos van a promover la reunión de los 3.000 residentes de la urbanización Villafontana II para negociar con el Ayuntamiento y la comunidad el cambio de los revestimientos plásticos que cubren las terrazas de estos bloques y sus fachadas y que contribuyeron a propagar las llamas.

Los tres españoles muertos -María del Pilar García Fernández, de 28 años, y sus hijos Tomás y Daniel Hag García, de un año y dos meses, respectivamente, los tres gitanos- serán enterrados hoy en Móstoles. El Ayuntamiento de esta localidad se hará cargo de los gastos del sepelio, ante la falta de posibilidades económicas de Manuel Hag, esposo y padre de los fallecidos. La intención inicial de Hag, un hombre casi invidente que se gana la vida vendiendo cupones de la ONCE, era enterrar a sus deudos en su barrio de Carabanchel, pero renunció al carecer del millón y medio de pesetas que suponía el sepelio allí y que ni el Ayuntamiento de Móstoles ni el de Madrid iban a asumir.

Un miembro de la familia Hag se quejaba amargamente ayer del abandono en que se encontraba la vivienda siniestrada.

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