Miyazawa intenta convencer a Bush de la reactivación de la economía japonesa

El primer ministro japonés, Kiichi Miyazawa, viaja hoy a Estados Unidos para explicar su postura ante la próxima reunión del Grupo de los Siete e intentar convencer al presidente George Bush, y a sus oponentes en la pugna electoral, de que las nuevas medidas de estimulación económica preparadas en Tokio tendrán el efecto deseado: promover la demanda interna y reducir el enorme superávit comercial nipón con un incremento de las importacionesprovenientes de EE UU.

Miyazawa, cuyo protestado mandato se pondrá a prueba en las elecciones al Senado que se celebrarán el próximo mes de julio, ne...

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El primer ministro japonés, Kiichi Miyazawa, viaja hoy a Estados Unidos para explicar su postura ante la próxima reunión del Grupo de los Siete e intentar convencer al presidente George Bush, y a sus oponentes en la pugna electoral, de que las nuevas medidas de estimulación económica preparadas en Tokio tendrán el efecto deseado: promover la demanda interna y reducir el enorme superávit comercial nipón con un incremento de las importacionesprovenientes de EE UU.

Miyazawa, cuyo protestado mandato se pondrá a prueba en las elecciones al Senado que se celebrarán el próximo mes de julio, necesita tanto como el presidente Bush del éxito de este plan de emergencia aconsejado por el partido liberal, en el poder desde 1955, para acelerar un ritmo de crecimiento peligrosamente detenido y mejorar la deteriorada imagen de su liderazgo. El jefe de la Casa Blanca, por su parte, había prometido que su estancia de principios de año en Tokio se concretaría con nuevos puestos de trabajo y una notoria reactivación exportadora en el sector del automóvil, duramente castigado por la crisis. No es previsible que, a corto plazo, ninguna de estas metas sea alcanzada.El nuevo paquete que el gobierno debe ejecutar, y que incluye medidas de fomento de la inversión y un gasto público superior a los 48.000 millones, de dólares, ha sido criticado como impreciso, de resultados imprevisibles y de obligada promulgación dadas las previsibles presiones que Japón deberá soportar en su flanco económico durante la reunión de Múnich.

Así ocurrió en la reunión ministerial del G-7 en abril, donde quedó en acta que una nación con un enorme superávit comercial y un lento crecimiento económico debe prestar especial atención a la expansión de su demanda interna.

Masaru Takagi, jefe del departamento económico del Instituto de Investigación Faji, comentaba ayer que las medidas anunciadas, con una ampliación presupuestaria sin determinar, "tendrán unos buenos efectos publicitarios en Washington y Múnich, pero son tan vagas que no es posible adivinar cómo promoverán la demanda interior".

Ayuda a Rusia

Otro punto que Kilchi Miyazawa planteará a Bush, buscando su apoyo, es el relacionado con una masiva ayuda económica a Rusia. Shin Kanemaru, vicepresidente del partido liberal y el verdadero "capo" de éste en la sombra, declaró hace dos días que los rusos son "mentirosos y cambiantes" y por tanto Japón no debe ampliar la ayuda económica que presta a Moscú en tanto no se devuelvan las islas Kuriles, ocupadas por las tropas soviéticas en los últimos días de la II Guerra Mundial.El gobierno japonés se ha comprometido a entregar 2.500 millones de dólares a Rusia para financiar proyectos de carácter técnico y humanitario, pero el desembolso ha sido hasta momento pequeño.

El gobierno nipón sufre en esta reclamación territorial un progresivo distanciamiento por parte de Estados Unidos, que junto con Alemania, presionan para que Rusia disponga de 24.000 millones de dólares en préstamos que faciliten su reconversión económica y política. En la cumbre de Houston, hace dos años, Bush se alineó con Japón en esta demanda y el año pasado, en Londres, una declaración política instaba a Mijail Gorbachov a resolver la disputa. Fuentes oficiales niponas temen que en el encuentro de Múnich no se mencione el conflicto de las Kuriles y, contrariamente, se acelere el plan de asistencia a la antigua metrópoli comunista a un ritmo que no conviene a los intereses de Tokio.

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