Cartas al director

Dejaré de fumar

Tras mucha meditación y escasa decisión, tras aplazar mil y una vez el día con la típica frase "a partir del lunes", desde hace un tiempo he dejado de fumar; aunque aún impera el miedo a volver a caer, hay una honda satisfacción dentro de mí. Será que cuando nos proponemos algo, basándolo en nuestra propia voluntad, sin querer, podemos dejar al descubierto nuestra impotencia. Por eso, a veces la mejor manera de no manifestarla es no buscar retos que la provoquen. Es por esto que ahora -y aunque a mucha gente le parezca nimio el motivo- estoy contento; primero, por poder, y después, porque esta...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Tras mucha meditación y escasa decisión, tras aplazar mil y una vez el día con la típica frase "a partir del lunes", desde hace un tiempo he dejado de fumar; aunque aún impera el miedo a volver a caer, hay una honda satisfacción dentro de mí. Será que cuando nos proponemos algo, basándolo en nuestra propia voluntad, sin querer, podemos dejar al descubierto nuestra impotencia. Por eso, a veces la mejor manera de no manifestarla es no buscar retos que la provoquen. Es por esto que ahora -y aunque a mucha gente le parezca nimio el motivo- estoy contento; primero, por poder, y después, porque estaba realmente harto de que me mirasen mal en los ascensores si por un descuido entraba con el pitillo encendido; de que mi madre dijese, con razón, que el ambiente se hacía insoportable; en mi trabajo, porque parecía que estaba esclavizando a la señora de la limpieza, haciéndola vaciar, mi cenicero tantas veces que, irónica, me preguntaba: "¿Va a fumar usted más hoy?"; en mi coche, porque el que sufría el tabaco era yo mismo, aunque no me mirase mal.

Dejaré de fumar sabiendo lo que le costamos a la Seguridad Social, lo que cuesta nuestro absentismo laboral, nuestras bajas médicas causadas por el tabaquismo, las horas de trabajo perdidas, los incendios provocados, lo que costamos en salud a los fumadores pasivos que nos soportan, algunos con muy poca delicadeza, por no decir con grosería; otros, sin embargo, con gran estoicismo.

Pero también dejaré de fumar sin saber los beneficios económicos que le hemos reportado al Estado, el dinero que he generado desde el estanco hasta la tienda de artículos para el fumador, los médicos y curanderos que se habrán enriquecido a costa de soluciones mágicas para los que no confían en su fuerza de voluntad, lo que se habrá movido en el patrocinio de carreras de motos, coches, conciertos de rock, en espectáculos de todo tipo, con los beneficios amasados a costa de los fumadores, los diseñadores que han pensado en el encendedor como algo bello, los noviazgos y las amistades que se habrán iniciado por encender un cigarrillo, las paces que se habrán firmado en torno a una pipa, lo hombres que alguna vez nos sentimos por fumar.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Y dejaré de fumar también sabiendo que, aunque nocivo, era algo que podía hacer cuando quería, y dejaré de fumar, por tanto, sin saber con certeza si en realidad pierdo un placer, gano salud o libertad, o, como se dice ahora, "calidad de vida". En cualquier caso, no quiero volver a fumar, y quiero, animar a los que, como yo, quieren dejarlo; a los que tanto les cuesta y dicen: "Yo no puedo" (querer es poder); a los que llevan tiempo sin fumar, para que sigan; a los que no fuman, para que no empiecen; a todos, no fuméis, es verdad que perjudica. Yo me encuentro mucho mejor.-

Archivado En