El Ratilla se escapa cuando iba a inscribirse en el Registro Civil

Adolfo J., El Ratilla -el drogadicto de unos 13 años detenido el pasado verano como traficante-, huyó ayer de nuevo. La fuga ocurrió por la mañana, en las oficinas del Registro Civil, cuando iba a inscribirse allí. El muchacho fue detenido por última vez el 22 de abril, en su chabola de la barriada de Pies Negros, en Entrevías. Antes se había escapado tres veces.El joven no estaba aún inscrito en el Registro Civil. Fue allí a las nueve de la mañana de ayer, acompañado por un educador y por un asistente social, según la información que adelantó Antena 3 Televisión. También estaba allí su...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Adolfo J., El Ratilla -el drogadicto de unos 13 años detenido el pasado verano como traficante-, huyó ayer de nuevo. La fuga ocurrió por la mañana, en las oficinas del Registro Civil, cuando iba a inscribirse allí. El muchacho fue detenido por última vez el 22 de abril, en su chabola de la barriada de Pies Negros, en Entrevías. Antes se había escapado tres veces.El joven no estaba aún inscrito en el Registro Civil. Fue allí a las nueve de la mañana de ayer, acompañado por un educador y por un asistente social, según la información que adelantó Antena 3 Televisión. También estaba allí su padre. El grupo esperaba que Adolfo fuese reconocido por el médico forense, quien dictaminaría la fecha aproximada de nacimiento del muchacho para inscribirle en el Registro.

Pero allí estaban también dos hombres del barrio de Entrevías, que le animaron a irse con ellos. El chaval, según fuentes de la Comunidad consultadas por este periódico, salió corriendo, aunque el educador pudo alcanzarle. "Los dos hombres le amenazaron y tuvo que dejar ir al Ratilla", añadieron estas fuentes.

Desde abril, el Ratilla vivía en el centro de acogida Altamira, de la Comunidad de Madrid. Fuentes cercanas al centro se mostraron ayer muy dolidas. "El chico estaba muy contento y parecía muy adaptado". Adolfo se había convertido en un muchacho fuerte y de buen apetito y aseguraba que no volvería a drogarse. "Eso es muy rnalo", les decía.

Bajo la tutela de la Comunidad, convivía con una veintena de niños y más estrechamente con seis. Solía cuidar del huerto y trabajar con las manos. Su escolarización se limitaba a salir del analfabetismo. "Ya era capaz de escribir su nombre", dicen quienes le vieron en Altamira. Sus tutores aseguran que se puede hacer "un gran trabajo" con Adolfo. "Es muy inteligente", dicen. Y atribuyen sus continuas fugas a "la imagen de líder de barrio que tiene". En esta ocasión, afirman, fue invitado a escapar, le incitaron. "Él se sintió obligado a actuar, para no defraudar su honor", asegura el mismo informante.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En