Caravana, dulce caravana

Un cámping de Arganda, con 120 familias estables, carece de agua potable

Unas 120 familias han instalado su segunda residencia en un cámping situado a las afueras de Arganda del Rey, localidad de 27.000 habitantes situada a 25 kilómetros al sureste de Madrid. En los últimos 13 años, las caravanas se han aposentado todo el año en una arboleda que linda con la carretera de Campo Real, a un tiro de piedra del polígono industrial. Por unas 10.000 pesetas al mes, metalúrgicos y electricistas pasan los fines de semana y las vacaciones familiares en su casa de campo. Pero ahora los análisis han revelado que el agua del cámping, extraída de un pozo, no es potable.

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Unas 120 familias han instalado su segunda residencia en un cámping situado a las afueras de Arganda del Rey, localidad de 27.000 habitantes situada a 25 kilómetros al sureste de Madrid. En los últimos 13 años, las caravanas se han aposentado todo el año en una arboleda que linda con la carretera de Campo Real, a un tiro de piedra del polígono industrial. Por unas 10.000 pesetas al mes, metalúrgicos y electricistas pasan los fines de semana y las vacaciones familiares en su casa de campo. Pero ahora los análisis han revelado que el agua del cámping, extraída de un pozo, no es potable.

Encarnación Martín, propietaria del cámping de segunda categoría Arganda -hay otro en la localidad llamado Lagos-, ha aprovechado el bando antisequía dictado por la mayor parte de los ayuntamientos de la Comunidad de Madrid para cerrar muchos grifos. Paradójicamente, ésta ha sido la gota que ha colmado el descontento de los campistas, enzarzados desde el año pasado en una batalla legal contra la subida de sus alquileres. Francisco Cano, presidente de la Asociación de Campistas de Arganda, muestra un grueso archivador con denuncias contra las propietarios del cámping, abierto al público hace 25 años, presentadas en organismos oficiales. El Servicio de Sanidad Ambiental e Higiene Alimentaria de la Comunidad precisó que el agua del pozo situado en la finca -no existe otra vía de suministro- no es potable por su elevado contenido en cal.

"De acuerdo, el agua no es potable, ya lo sé, pero lo voy a arreglar enseguida. Además, el cámping está cerrado, así que no hay ningún problema". Así se explicaba el pasado miércoles Encarnación Martín en la entrada de su cámping. La propietaria no permitió el acceso a la zona de estacionamiento de las caravanas, donde los campistas denuncian problemas higiénicos.

Turistas y 'fijos'

En verano llegan a agruparse hasta 150 familias en el cámping Arganda. "Los turistas extranjeros, que pasan sólo unos días, no saben que el agua no es potable, pero los fijos nos traemos el agua en bidones desde Arganda", argumenta el presidente de la asociaciación de campistas. Juan Carlos Ruiz, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Arganda, precisa que este cámping ya fue expedientado el año pasado por el vertido incontrolado de aguas residuales. Un portavoz municipal señaló también que los análisis de agua efectuados por los servicios sanitarios de la Comunidad de Madrid han reflejado la "mala calidad sanitaria del agua". El pasado día 21 venció el plazo del primer apercibimiento de cierre dictado por el Ayuntamiento.

Cuando la propietaria del cámping decidió, el pasado otoño, incrementar un 40% el alquiler mensual de las parcelas del cámping, se desató una guerra jurídica que todavía sigue abierta en los juzgados de Arganda. Hasta entonces, el alquiler sólo aumentaba en función del coste de la vida. Los campistas acuden a su parcela de Arganda no sólo los fines de semana y en vacaciones. "Hay quien, como yo, vive durante todo el verano en el cámping", señala Cano.

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Fuentes de la Consejería de Salud de la Comunidad reconocen que los últimos análisis han confirmado que el agua no es potable por exceso de cal. "Vuelva el martes [día 2 de junio] y comprobará que el problema del agua ya está solucionado", replica Encarnación Martín.

Para Carlos Comas, responsable del Servicio de Empresas y Actividades Turísticas de la Comunidad, las normas sobre los cámpings tienen que regularse por una ley autonómica. "Muchas veces", advierte, "el cámping no tiene el sentido turístico para el que está concebido, hay campistas que en realidad son arrendatarios de terrenos, y que hasta están empadronados allí".

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