El heredero del trono ruso, sepultado en una fortaleza zarista de San Petersburgo

El gran duque VIadímir Kirilovich, heredero del trono de Rusia, fallecido el 21 de abril en Miami, fue enterrado ayer en una sencilla ceremonia en la capilla anexa de la fortaleza de Pedro y Pablo de San Petersburgo, en presencia de familiares y varias decenas de invitados, la mayoría emigrados rusos. Otros 13 miembros de la familia imperial están sepultados en la capilla, transformada en Museo de la Historia de la ciudad por el poder comunista.

El vicealcalde de la ciudad, Viacheslav Scherbakov, fue la única autoridad que asistió a la ceremonia en representación del Ayuntamiento, q...

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El gran duque VIadímir Kirilovich, heredero del trono de Rusia, fallecido el 21 de abril en Miami, fue enterrado ayer en una sencilla ceremonia en la capilla anexa de la fortaleza de Pedro y Pablo de San Petersburgo, en presencia de familiares y varias decenas de invitados, la mayoría emigrados rusos. Otros 13 miembros de la familia imperial están sepultados en la capilla, transformada en Museo de la Historia de la ciudad por el poder comunista.

El vicealcalde de la ciudad, Viacheslav Scherbakov, fue la única autoridad que asistió a la ceremonia en representación del Ayuntamiento, que hizo todo lo posible para que el jefe de la casa imperial rusa encontrara un lugar junto a sus antepasadados en una cripta que el poder bolchevique transformó en Museo de la Historia. Al no haber reinado jamás, el gran duque no podía recibir sepultura en la catedral de Pedro y Pablo, que alberga el mausoleo de los zares de la dinastía Romanov desde Pedro el Grande, a excepción de Pedro II, enterrado en el Kremlin, y del último zar Nicolás II, asesinado junto a su familia en 1918. VIadímir Kirilovich reposará en la capilla anexa, construida a principios de este siglo para la sepultura de los grandes duques y de otros príncipes de la dinastía.

El gran duque, quien se convirtió en heredero de la dinastía Romanov tras la muerte de su padre en 1938, falleció el pasado 21 de abril en el transcurso de una visita a Miami, precisamente cuando estaba pensando en regresar a su patria. El cadáver fue trasladado a Rusia a petición de sus familiares. Ocho días después, el patriarca de Rusia, Alexis II, ofició un funeral de más de tres horas de duración en la basílica de: San Isaac.

A las 12 del mediodía de ayer, un cañonazo resonó en el recinto de la fortaleza, el lugar más histórico de San Petersburgo, ya que marca el comienzo de su construcción a principios del siglo XVIII. El féretro acababa de ser instalado en uno de los 60 sarcófagos, la mayoría de ellos vacíos, que se encuentran en la cripta.

39 días de trabajos

Centenares de monárquicos y cosacos se habían congregado junto a la basílica para rendir el último tributo al gran duque, cuyos restos mortales se encuentran junto a los de otros trece familiares reales en una necrópolis situada en un edificio contiguo a la basílica principal de la fortaleza, donde están sepultados los zares y príncipes. El Ayuntamiento de San Petersburgo debió emplear a varias decenas de hombres durante 39 días para preparar la cripta, inutilizada durante más de 70 años de poder soviético y convertida en un destartalado museo.

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El consistorio no ha reparado en gastos y a pesar de las dificultades económicas que padece destinó 13 millones de rublos (unos 13 millones de pesetas) a la restauración, que concluirá en 1995.

Los habitantes de San Petersburgo reaccionaron con indiferencia a la ceremonia. En ningún momento se notó nada especial en la ciudad, más allá de las murallas de la fortaleza. Desde los, funerales del pasado 29 de abril. los restos del gran duque se encontraban embalsamados en el cementerio del monasterio Alexandr Nevski, en un extremo de la ciudad, junto a los del escritor, Fédor Dostolevski.

Casi nadie se detuvo al paso del cortejo fúnebre, compuesto por varios automóviles negros, y muy pocos notaron su discurrir por la calles de la ciudad.

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