El Gobierno socialista se hizo un traje a medida

Cuando el Gobierno prometió, en referéndum, que "la participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada", nadie, ni en el Gobierno ni en la OTAN, sabía muy bien en qué consistía aquello de la "estructura militar integrada". El único referente era el de Francia, que en 1966 retiró sus fuerzas de la OTAN, pero siguió en la organización.Muy pronto se vería que el Gobierno español no estaba dispuesto a seguir el ejemplo francés, ya que optó por permanecer en el Comité de Planes de Defensa, el Comité de Planes Nucleares y el Comité Militar,...

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Cuando el Gobierno prometió, en referéndum, que "la participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada", nadie, ni en el Gobierno ni en la OTAN, sabía muy bien en qué consistía aquello de la "estructura militar integrada". El único referente era el de Francia, que en 1966 retiró sus fuerzas de la OTAN, pero siguió en la organización.Muy pronto se vería que el Gobierno español no estaba dispuesto a seguir el ejemplo francés, ya que optó por permanecer en el Comité de Planes de Defensa, el Comité de Planes Nucleares y el Comité Militar, vértices de la estructura militar integrada, de los que en su día se salió Francia, y en los que España ingresó en los últimos meses de 1982, antes de que el PSOE congelara la integración.

La "estructura militar integrada" acabaría reduciéndose, en la interpretación del Gobierno, a la "estructura de mandos", que se distribuyen geográficamente el territorio amparado por el Tratado de Washington. Esta opción, a medio camino entre la integración plena y el modelo francés, permitía obviar la discusión sobre la creación de un mando español, principal o subordinado, con los problemas que ello implicaba.

La fórmula obligaría, no obstante, a negociar seis acuerdos de coordinación con los mandos aliados, referidos a la defensa aérea de España; maniobras aeronavales en el Atlántico oriental y el Mediterráneo occidental; la defensa del territorio español; el control del estrecho de Gibraltar y la utilización de España como zona de retaguardia. Los dos primeros se firmaron el 21 de mayo de 1990 y los dos últimos están a punto de rubricarse, una vez superado el escollo del no reconocimiento español del mando aliado del Peñón. Loa acuerdos han demostrado que la contribución militar española no es menor ni menos eficaz por mantenerse al margen de la estructura de mandos, aunque para ello haya sido necesario recurrir a sutilezas tales como diferenciar entre el "mando" de las tropas, que España no cederá en ningún caso, y el "control operativo" de las mismas, que cederá en determinadas supuestos y en condiciones de reciprocidad.

Tras los acuerdos de coordinación, sólo falta que España se incorpore al Programa de Infraestructuras de la OTAN para completar el proceso de integración. Las negociaciones están desde hace meses paralizadas; pues a los problemas derivados de la determinación de la cuota que correspondería a España en la financiación del multimillonario fondo se ha sumado la revisión del propio programa, derivada de los vertiginosos cambios en la escena mundial.

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